Capítulo 29 - Una disculpa tardía.

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—¿Madera?

—Sí, necesito que me consigas madera.—Afirmó Zelda. 

—«Y volvemos a las misiones de recolección.»—Pensó Link, con algo de cansancio.—¿Para qué la necesitas?

—No sé si no te has dado cuenta, pero tu casa no puede estar más vacía. 

—Con la cama es suficiente.

—¡No, no lo es! Aparte de eso, lo único que hay aquí son mostradores con armas. 

Mmmmm 

Si me consigues madera, podría hacer una mesa y un par de sillas. 

—¿Sabes cómo hacerlo?

—Me las puedo ingeniar. 

—«Solo síguele la corriente.»—Se rindió el espadachín—Está bien, voy a ir a talar unos arboles. 

Poniendo rumbo hacía su nueva misión, Link abandonó la casa en busca de madera, mientras tanto, Zelda empezó a visualizar todas las mejoras que podría hacer, como si se tratase de una diseñadora de interiores, después de tantos años viviendo en el castillo real, tenía un muy buen gusto para la decoración. 

—«Al fin, he vuelto

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—«Al fin, he vuelto.»

La recolección de madera se había complicado más de lo debido, tras salir sin mucha preparación, Link se dio cuenta a medio camino de que no tenía con que talar los arboles, la mayoría de las armas que tenía se destruyeron durante sus peleas con los monstruos y guardianes que habitaban el palacio y la espada maestra no duro mucho antes de caer en letargo, por lo que tuvo que vagar por el pueblo para conseguir un hacha y finalmente conseguir lo que buscaba.

—«¿Por qué siempre todo se me complica tanto?»

Tratando de dejar atrás esta molesta experiencia aceleró el paso hacia su hogar, ya estando cerca de este empezó a sentir un mal presentimiento, como si estuviese a punto de encontrar algo que no fuese de su agrado. Al llegar a la puerta, la abrió con cautela, dándose cuenta de que no había ninguna presencia desconocida. 

—«Momento, algo falta aquí.»

Si bien su casa no había sufrido un ataque, había algo diferente en ella, más específicamente en sus paredes, los expositores de armas ya no estaban ahí. 

—«La lanza de Mipha.»

Tras haber salvado al reino Zora, se le fue otorgada el arma favorita de la campeona, desde que la recibió sintió cierto apego a ella, por lo prefirió no dañarla y en cuanto pudo la dejó exhibida en su casa, al igual que las de los otros campeones. 

—¡Zelda!

La susodicha apareció rápidamente, saliendo de el hueco que había debajo de las escaleras, con una mirada en shock, e incluso con una pizca de miedo, Link nunca le había alzado la voz. 

El rey de 3 razasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora