Capítulo 12

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Con un oído en las noticias y el otro en lo que le estuviera diciendo Nina, Aurora pensó si sería apropiado lanzar otra nota desde el cielo para sembrar de nuevo el caos.

Un mensaje igual de burlón, con el único propósito de divertirse. Mientras vivió en el orfanato no fue capaz de encontrar unlímite a su talante caprichoso, mucho menos a la crueldad que solía acompañarlo. El resultado era un placer sumamente dañino que provocaba que los demás niños se apartaran de su lado y no quisieran jugar con la pequeña Aurora.

Con el tiempo llegó a comprenderlo, pues esa crueldad, cuya puerta estaba entreabierta, había surgido por los constantes maltratos, castigos y regañinas que las monjas le habían dedicado. La pequeña había normalizado esa actitud en su propia conducta y había crecido con esa ferocidad encadenada al pensamiento.

No le gustaba recordar el orfanato, tampoco a esas se­ ñoras que juraban seguir el camino del bien, pero su mente traicionera acababa remontándola a esos años cuyos días grises aún le provocaban pesadillas.

—Aurora. —Parecía que Nina la había llamado, pero no estaba del todo segura—. Aurora, ¿me estás escuchando?

Golpe de realidad. Parpadeó una vez y encerró de nuevo los recuerdos.

Nina mantenía una ceja enarcada y la mano apoyada en la cadera, incluso su rostro se mostraba ofendido. No se trataba dela primera vez, y lo cierto era que no le gustaba repetirse a sí misma solo porque no le hubiera prestado atención.

—Te mentiría si te dijera que sí —confesó aún con la palma bajo la barbilla, en una postura relajada—. Estaba distraída, ¿quédecías?

—Pues no lo sé, ¿ya dispongo de toda tu atención o seguirás distrayéndote?

Con Stefan y Romeo de excursión a la lavandería, la casa se encontraba en un silencio profundo que solo rompía una televisión a la que ninguna hacía caso. Aurora, frunciendo el ceño, se preguntaba qué había hecho para que reaccionara deaquella manera.

—Lo siento, no quería... —respondió tratando de disculparse, pero Nina empezó a negar con la cabeza.

—Parece que no te importa lo que te digo, y te recuerdo que sigo siendo la segunda al mando. Dime, ¿es eso? ¿Soyprescindible para ti?

La mirada verde de Aurora había dejado de brillar por la confusión en que la sumían aquellas palabras. «Prescindible», aseguró con firmeza mientras observaba sus ojos, presos de un enfado que la ladrona no estaba entendiendo.

—¿Lo piensas de verdad?

—Estoy cansada, Aurora, ¿no lo ves? Siempre tiene que ser a tu manera. Hay que hablarlo solo cuando tú estés dispuestaa escuchar. Ese egocentrismo tuyo solo hará que te quedes sola. Nadie te apoyará ni te ayudará... Y cuando te quedas sin un equipo que te respalde...

—Basta.

—... mueres —terminó por decir.

Apretó la mandíbula. No quería iniciar una disputa nueva; ya habían protagonizado otra unas semanas atrás. Trató de respirar, calmarse. Necesitaba ignorar el veneno que acababa de escupirle su amiga, su hermana, con la que había convivido másde diez años. Con ella no podía ser la sombra que acechaba por la noche; con su hermana tenía que mostrarse paciente yresistir a la petición de su cruel­ dad de que le apuntara con la pistola.

—Ese aire de superioridad que te rodea y del cual presumes... La perfección de la que alardeas desde ese robo en el metro, pero ¿sabes una cosa? La ladrona de guante negro no existiría de no ser por mí. Tú eres la que entra, pero consigues eléxito gracias a que siempre estoy detrás de ti, pendiente de que todo vaya según el plan que también pienso y desarrollo.

Ladrona de guante negro (Trilogía Stella Nera, 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora