Capítulo 29

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Incluso antes de aceptar la llamada Aurora sabía que las noticias no serían buenas. Era imposible que lo fueran, te­niendo en cuenta que hablaban de Nina.

Por más que intentaran encontrarla, la italiana no se dejaría ver. Por eso la ladrona había tratado de convencer a Thomas por última vez durante el desayuno. Si quería completar la Corona, si quería recuperar el auténtico Zafi­ro de Plata, su plan era la única opción viable. Sin embar­go, el hombre seguía sin mostrarse convencido, ya que le asustaba la idea de perder lo que le había llevado años en­contrar.

—Es un riesgo enorme —expuso él negando con la ca­beza—. Sé que tu intención no es entregárselo, pero ¿te das cuenta de que la ventaja que tenemos es precisamente que tu amiga no sepa de su existencia?

Aurora no respondió. Entendía su razonamiento, tam­bién su angustia y su miedo porque el objeto pudiera peli­grar, pero ¿qué otra opción le quedaba? Tenía que entender­lo: si no la provocaba, si no podía desenvolver el caramelo delante de ella, jamás vencerían.

—¿Crees que no soy consciente de su importancia? No caerá en sus manos, puedes confiar en mí, pero créeme cuan­ do te digo que es nuestra única opción —aseguró mientras pensaba lo que iba a decir a continuación—: La gente con la que trabajo —hizo una pausa breve— sigue tratando de localizarla. Nina se ha entrenado en nuestra misma organi­zación, conoce todos nuestros secretos, cómo actuamos... Eso le da una gran ventaja. Podríamos pasarnos meses, años intentando encontrarla, pero no se dejará si no lo desea. Es la única manera, de verdad. Tampoco me hace gracia utili­zar la única carta que tenemos, pero, de lo contrario, no avanzaremos. Si conseguimos que salga de su escondite...

Pero antes de que la ladrona terminara lo que iba a de­cir, el sonido de una llamada entrante la interrumpió. Se quedó observando el número. No podía tratarse de otra persona.

—¿Quién es? —preguntó el detective, aunque no recibió ninguna respuesta. Sentado y con una taza de café en la mano, continuó mirándola: la vista fija en la pantalla, pero sin atreverse a responder—. Aurora —pronunció su nom­bre intentando sacarla de aquel trance en el que parecía sumida.

El sonido de aquella voz la devolvió a la realidad y no tardó en atender el aparato, aunque no sin antes girarse hacia Thomas por última vez sin decirle nada. Segundos más tarde se alejó de la cocina para esconderse en una ha­bitación cualquiera.

—Dime que tienes algo, que la has encontrado —empe­zó a decir en italiano mientras empezaba a caminar en círcu­los sin darse cuenta.

Pero cuando oyó que el capo de la Stella Nera dejaba escapar un largo suspiro, supo que había acertado en su sospecha.

—Sigue sin haber noticias, principessa —murmuró de­caído. Todavía le era difícil creer que su propia sobrina, a quien había criado desde muy pequeña, se hubiera rebela­do contra los de su propia sangre—. La conoces; si no quie­re que nadie la encuentre, hará todo lo posible por mante­nerse invisible. Es como buscar una aguja en un pajar.

—¿Entonces? ¿Qué se supone que vamos a hacer? ¿Que­ darnos de brazos cruzados?

—El mundo es grande, Aurora. Podría estar en cual­quier parte. Y si a eso le sumamos que sabe cómo ocultar­se... Multiplica el nivel de dificultad por dos —respondió el hombre—. Tendríamos que hacer que saliera de su es­condite, que se moviera o que... No lo sé, cualquier cosa, pero tiene que salir. De lo contrario, estaremos así todo el tiempo que quiera.

Aurora se mordió el labio inferior mientras pensaba en la respuesta de Thomas. Él no quería exponer el cofre de aquella manera, pues era su único as bajo la manga, el va­lioso objeto que resguardaba los tres corazones de la Coro­na. No podía sacrificarlo. Sin embargo, ¿qué opción le que­daba? Hasta que Nina no cometiera un error, si es que eso ocurría, sus manos continuarían congeladas y la organiza­ción estaría paralizada. Y el tiempo era un factor clave, pues, cuanto más esperaran, mejor posicionada estaría Nina.

Ladrona de guante negro (Trilogía Stella Nera, 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora