James, Leon, Grant, Émile y Christian se encontraban sentados en un banco. Habían sido rescatados con urgencia y les habían curado las heridas. Aún se encontraban muy mal, pero ya no corrían peligro de muerte. El lujo y la comodidad del hotel Rakuen habían terminado, y ahora se encontraban en una modesta nave abandonada de un polígono industrial de la que el ejército norteamericano se había adueñado para usarla como base de operaciones provisional. El banco en el que se encontraban se hallaba justo al salir de la nave, pues los cinco jóvenes soldados necesitaban tomar un poco de aire fresco después de aquella acalorada pelea. Ya era de noche: habían pasado todo el día recibiendo tratamientos de urgencia y siendo atendidos por médicos contratados expresamente para aquel día.
Del lugar no tardó en salir una mujer que se acercó a hablar con los chicos. Medía dos metros exactos, y su estatura era sólo una de sus imponentes bazas corporales: tenía un cuerpo muy marcado, atlético y robusto, con extremidades anchas y largas, hombros desarrollados, cadera prominente, cintura marcada y pechos muy grandes. Su cabello, rubio y largo, iba recogido en un apretado moño a excepción de dos mechones que caían a ambos lados de su cabeza. Sus ojos eran de un color marrón intenso y vivo con un deje rojizo. Llevaba unas gafas de montura fina rectangular. Vestía una camisa blanca de manga larga con puños abombados, un lazo rojo muy ostentoso pasado por las solapas del cuello de la camisa, una larga y vaporosa falda de color naranja y unas botas negras con refuerzos metálicos y tacón de aguja. Bajo su falda podían adivinarse unos leggings de camuflaje verde y marrón. Asía una regla bastante larga en una de las manos.
Los cinco chicos se levantaron, se irguieron e hicieron el saludo militar. La mujer, que parecía tener bastantes más años que ellos, se puso firme y les devolvió el saludo. Al parecer, se trataba de una soldado.
Como sabéis, soy la teniente Margaret Johnson.-se presentó la mujer-Nuestro pelotón se alegra de que estén fuera de peligro, soldados.
Mil gracias, señora.-respondió James-Soy el líder de este grupo, el soldado James Silver...quien le llamó por teléfono.
Descansen, soldados.-dijo la mujer relajando su postura-Hiciste bien, muchacho...podríais haber muerto si no hubieras hecho esa llamada. Si Layl...la sargento Phoenix está desaparecida, será cuestión de buscarla. Por supuesto, contamos con mis hombres, quienes son compañeros vuestros de equipo. Son un grupo reducido de soldados más veteranos que vosotros y que tienen roles militares importantes. ¡ES HORA DE PRESENTARSE!
De la nave salieron cuatro hombres. Llevaban las mismas chaquetas que los otros cinco y también vestían pantalones y botas de combate. Eran un grupo muy heterogéneo y parecían muy fuertes. Ninguno tendría menos de veinticinco años.
¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIRMES!-les ordenó Margaret.
Los cuatro soldados se irguieron.
¡Os presentaréis al resto de soldados que están presentes!-mandó la mujer-¡Saludad cuando seáis nombrados! ¡Artillero Gordon Powers!
El más alto de aquellos hombres se adelantó. Su chaqueta era de color verde botella ennegrecido. Llevaba pantalones de combate de color gris claro con muchos bolsillos y unas toscas botas de asalto negras con revestimientos metálicos de color verde fluorescente. Su cabello era negro y lacio, bastante largo y tupido, y lo llevaba recogido en una cola de caballo baja bastante frondosa. Peinaba su flequillo a medio lado, y tenía un mechón teñido de un brillante e intenso color verde eléctrico. No sólo era alto, sino que, además, su complexión era infranqueable: ancho, robusto y muy musculoso, apreciable incluso con tanta ropa. Sus ojos eran de color gris. Efectuó el saludo militar y, tras serle devuelto por la mujer, se apartó de nuevo.
¡Torturador y verdugo Andrei Kagami-Volkov!-nombró Margaret.
Aquel joven de aspecto extravagante superaba por muy poco la estatura de la estricta mujer. Estaba muy delgado y sus extremidades eran severamente largas. Parecía reacio a mantenerse erguido y siempre se movía encorvando su cuerpo ligeramente. Su chaqueta era negra, y llevaba unos pantalones rectos estilo cargo también negros. Sus pies iban recubiertos por unas enormes botas blancas. Su cabello era negro, fino y ralo, casi lacio, y lo llevaba recogido en una coleta alta salvo dos mechones que decoraban ambos lados de su cabeza. Lo que más llamaba la atención de él era el color de su piel, que era gris, así como sus ojos, cuyos globos oculares eran negros y sus iris y pupilas eran rojos. Tras saludar y esperar a que Margaret le devolviese el saludo, volvió a replegarse.
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Taimanin Yamiyuki [Yaoi / BL]
ActionTokyo…la que en su día fue una próspera ciudad. En la actualidad, se encuentra sumida en un ponzoñoso mar de maldad, corrupción y juegos sucios y peligrosos. De los mismísimos infiernos llegaron criaturas malvadas, demonios y monstruos, tan variopin...