That thin line

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Había pasado noches largas y oscuras durante esta semana. Al final no pude ver a Leigh, ni a Arlet por lo sucedido en el hospital y todavía me preguntaba por el estado de las dos chicas, al igual que el estado de Damien, del cual no supe nada desde que decidí correr con Ginevra. Fue un error, pero en cualquier caso, habría acabado en brazos de Tom de nuevo. Despertaba todos los días en la cama de Tom con él a mi lado o incluso aveces ya se había despertado y tenía la cama sola cuando despertaba. Pero esta vez no, esta vez desperté en los asientos traseros de su auto, y con la vista algo distorsionada lo vi en el asiento del conductor mientras aceleraba por las calles oscuras que eran minimamente iluminadas por las farolas. Él miraba hacia atrás con desesperación, pero en ningún momento se le notaba con cara de preocupado, al contrario, se le veía molesto y con rabia y ni siquiera me miraba o hablaba. Giré lentamente mi cabeza para ver a un coche siguiéndonos a toda velocidad y mi piel se erizó repentinamente. El coche se balanceó hacia un lado cuando Tom giró, y sentí que el auto se saldría del camino. Mi cabeza chocó contra la ventana y vi los puños de Tom con los nudillos blancos, apretando el volante. Sus vendas ya no estaban, habían desaparecido. Supongo que se sintió mejor y finalmente las quitó, y eso me molestó, yo quería que él sintiera dolor, mucho dolor. Tom siguió acelerando el coche al punto de que mi cabeza comenzaba a marearse y quería preguntarle que estaba ocurriendo pero las palabras no salían de mí. El viento frío azotaba mi rostro, tirando los mechones de mi cabello hacia atrás. Escuché las llantas del auto rechinar con fuerza sin identificar si eran del auto que nos seguía o el de Tom. Tom no hablaba, ni un solo murmuro maldiciendo al que nos estaba siguiendo, nada. Estaba en completo silencio haciendo rugir el motor del coche y balanceando mi cuerpo de lado a lado cada que movía el auto hacia otra dirección que no fuera rectilínea. Me giré para ver al otro auto aproximarse a nuestra izquierda y Tom seguía mirando al frente como si ni siquiera le importara. Mi cabeza resonaba fuerte, los rugidos de los autos, las llantas rechinar. Sentía que mi cabeza iba a estallar en cualquier momento, quería gritar, muy fuerte, pedir ayuda, salir de ahí, acabar con todo este infierno. Mi cuerpo se desplomó de los asientos traseros y caí al suelo del auto, haciendo que mi cuerpo se encajara entre los asientos delanteros y traseros. Puse mi mano sobre el asiento donde anteriormente estaba sentada y sentí mi palma arder. Grité de dolor y levanté mi mano temblorosa para mirarla, y había trozos de vidrio clavados en ella. Me di cuenta que las ventanas se habían hecho pedazos y todo mi cuerpo comenzó a temblar y mi respiración era agitada. Las lágrimas se comenzaron a acumular en mis ojos mientras sentía mi aliento caliente chocar contra mis manos frías y ensangrentadas. Ahora el frío que sentía era mayor y el auto ya no estaba en continuo movimiento, levanté mi vista y vi al hombre que anteriormente pisaba el acelerador con fuerza, ahora gimiendo de dolor con una mano en su abdomen. No podía hablar, no podía decirle nada, solo me quedé observando su figura con mis ojos cristalizados. Lo escuché murmurar algo, pero no pude entender el qué. Vi que su respiración ahora era entrecortada, y mi vista bajó hacia su mano, observando bien que estaba llena de sangre y de repente el miedo entró a mi cuerpo. No podía ver bien su rostro por la oscuridad pero sabía que estaba retorciéndose de dolor. Sentí pánico de que le pasara algo, de quedarme sola en la penumbra. Era raro, incluso gracioso que sintiera miedo del hombre que me estaba arruinando la vida, pero no miedo de él, si no miedo de lo que le pudiera ocurrir. Quería que sintiera dolor, quería verlo muerto, pero ese sentimiento se desvaneció de repente. Me levanté como pude para ir hacia los asientos delanteros e intentar verlo con más claridad. Toqué débilmente su brazo con mis dedos y él entre abrió los ojos.

⎯ Madison...⎯ Dijo entre gruñidos mientras apretaba más su rostro.

Bajé mi mirada hacia su sangrado y vi que era realmente grave, por mucho que él presionara su herida, la sangre seguía saliendo a chorros. Sentí las lágrimas cálidas que el viento enfriaba, caer por mi rostro cuando vi eso.

I Lost Myself - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora