Pity

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Leigh's pov
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Nada.

Eso era lo que había ahora en mi cuerpo, nada. Estaba vacía.

Sentí que todo daba vueltas a mi alrededor mientras mis ojos se abrían, y por lo que pude ver estaba en una pequeña habitación de hospital, oscura.

Pero no era una normal, una la cual me diera el alivio de saber que estaba a salvo. Al parecer era un hospital abandonado, aunque no parecía demasiado viejo, pero era obvio que no era uno normal que estuviera en funcionamiento. Estaba en la camilla de la habitación tumbada, y miré a mi alrededor desesperadamente, pero no había nada ni nadie.

Tenía un ventana cerca, y me levanté lentamente para asomarme por ella. Esta estaba bastante alta, por lo que sería imposible que me fuera de ahí por la ventana, no acabaría de una pieza en lo absoluto.

Pensé en Madison, y mi cabeza comenzó a recordar todo lo que había pasado en el antro. Si yo estaba aquí, probablemente ella también. Pero conmigo no había nadie, y me espantaba la idea de qué Arlet estuviera con ella, haciéndole cualquier cosa que la perjudicara.

Me acerqué a la puerta y miré por la pequeña ventana que esta tenía, viendo los pasillos completamente oscuros, apenas los iluminaban la luz débil de la noche. Puse mi mano en el manillar de la puerta y tiré de esta, dándome cuenta de que estaba cerrada. Tiré con fuerza repetidas veces, haciendo ruido al golpear esta, pero no pude abrirla.

Busqué a mi alrededor cualquier artilugio que sirviera, pero apenas podía ver con claridad la habitación. Rastreé impacientemente una pequeña mesita que había al lado de la camilla, rebuscando incluso por el suelo cualquier cosa que sirviera.

Golpeé la mesa con la palma de mi mano, con rabia sintiendo un fuerte escozor al instante en esta. No encontré nada que sirviera, y tampoco estaba dotada para saber como forzar una puerta o cualquier mierda así.

Intenté tirar de la puerta, esperando que el cerrojo se rompiera, tiré y tiré con fuerza, haciendo la madera crujir.

Caí hacia atrás y escuché la puerta hacer un pequeño rechinamiento mientras se abría lentamente. ¿Cómo era posible que yo hubiera roto la cerradura a simples tirones? No lo sabía, pero estaba algo confundida. Me levanté lentamente para dirigirme afuera, y abrí despacio la puerta para salir de la habitación. Miré a mis costados, sin mucho sentido ya que no veía casi nada en el pasillo.

Di un paso hacia afuera y cuando el suelo crujió debajo de mí me sobresalté por el repentino ruido en ese gran silencio, pero no pasó absolutamente nada extraño, y me quedé quieta mientras jadeaba. Me giré a mi izquierda, ya que pude distinguir más habitaciones en esa parte del pasillo, y una zona más grande que tal vez podría ser la antigua sala de espera.

Escuché a lo lejos un pequeño crujido, el cual me alarmó por miedo a que alguien estuviese ahí y pudiera verme, pero al paso de unos segundos y ver que nada ocurría, supuse que solo sería mi imaginación debido a la angustia y ansiedad que me consumía en ese instante. Sentía que se me saldría el corazón del pecho y este saldría por mi boca, y a pesar del suave viento frío que lograba entrar por las ventanas rotas, mi cuerpo sudaba.

Me decidí a caminar lentamente hacia la derecha para llegar a la zona más amplia donde tal vez podría moverme mejor. Ni siquiera sabía para qué estaba haciéndolo, si probablemente me perdería y la oscuridad no es lo mejor para mí, pero tampoco podía limitarme a quedarme encerrada en una habitación esperando a que alguien aparezca a salvarme; o matarme, supongo.

Di unos cuantos pasos mientras apoyaba mis manos en la pared, intentando guiarme más bien por el tacto que por lo que veía y no caerme. Llegué ala esquina del pasillo y giré la cabeza, viendo la gran sala donde numerosas sillas de una anteriormente sala de espera estaba ahí. Las sillas algunas estaban estables, otras casi por el suelo o directamente no estaban, aunque de todas formas ninguna se veía lo suficientemente estable para sentarte.

I Lost Myself - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora