El señor Manoban es un hombre de estatura promedio, de apariencia algo despreocupada y barba de muchos días que apenas atiende; una que otra cana a sus cincuenta y tres años, piel quemada por el sol y aparentemente fuerte de tanto levantar costales y cargar cubetas de arena pesada en su trabajo. Antes ingeniero, y ahora reducido a albañil de obra en construcción debido a las malas decisiones tomadas en los últimos ocho años, algo de lo que no está muy orgulloso... ¡Y menos feliz!
Deja su mochila a un lado junto con sus herramientas de trabajo y se aplasta en su sillón. Enciende el estéreo dando a Lisa la "señal" de lo que debe hacer a continuación.
La chica corre con una lata de cerveza fría recién sacada del congelador y se la ofrece. Él la recibe gustoso empinándose media lata en varios sorbos.
—¿Qué hiciste de comer? —pregunta después de un satisfactorio eructo sin vergüenza.
—Sopa... pollo.
—Otra vez —regaña—, ¿no sabes cocinar otra cosa?
Lisa se encoge en su lugar.
—Es que...
Antes de poder seguir con una excusa (que más bien es una explicación de que el pollo es lo más barato en el mercado y para lo único que alcanza su salario), su padre le dedica una mirada severa; esa mirada que le da a entender de inmediato que si continúa hablando le irá muy mal.
—Perdón...
—Me van a salir plumas un día de tanto comer esa mierda —ríe de su mal chiste—. Ve a prepararme otra cosa.
—Es que...
De nuevo esa mirada, segunda advertencia.
—No hay nada más —se arriesga a seguir hablando—, la despensa... ya no hay.
El señor Manoban deja escapar un resoplido de cansancio y furia, se termina lo que queda de su cerveza en par de tragos más y se vuelve hacia su hija con la mirada aún más severa. Ella retrocede en sus pasos con miedo.
—Dime, niña, ¿recibes dinero por ese café de porquería que sirves a esos mamertos en esa universidad, o lo regalas?
Lisa ladea su cabeza y frunce el ceño confundida por la pregunta.
Por supuesto que recibe dinero, ella no regala nada. A veces sí les rellena su vaso, pero solo a los que ya conoce que siempre le compran.
—¿Te pagan algo por trabajar en esa cafetería de cuarta?
De nuevo su expresión confundida.
A la gente que trabaja le pagan un sueldo, y ella no es la excepción, su padre sabe esas cosas, ¿por qué se lo pregunta?
—¡Contéstame!
—Sí señor —da un respingo—. Sí señor.
—¡¿Sí señor qué?!
—Si me... sí. Dinero. Yo no... Es que...
"Calma", se repite cuando su lenguaje le falla cada que se dirige a su padre. Sabe que a él le molesta oírla balbucear. Intenta regular su respiración, pero no puede.
—Eres una inútil —dice apenas—. ¡Ve a traerme cualquier mierda entonces que muero de hambre, y pásame otra cerveza!
Lisa corre a la cocina casi llevándose la mesa de centro, ganándose otra mirada de furia de su papá. Con la respiración todavía alterada y las manos ahora temblorosas, trata se servir prolijamente el plato de comida.
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UNA PARTE DE MI ALMA // JENLISA // (JENLISA JENNIE+LISA BLACKPINK)
RomanceUna parte de mi alma" debe su nombre a lo que es literalmente: Una parte de MI alma. Lisa es esa parte de mí que es vulnerable y con un montón de trastornos; mi parte neurodivergente (esa palabra la aprendí un día y me suena de lo más genial). Es es...