UNA PARTE DE MI ALMA // JENLISA // (JENLISA JENNIE+LISA BLACKPINK)

CAPÍTULO 22 ¿PROBLEMAS DE ESTÓMAGO?

Con la mano sosteniendo todavía su dedo, Lisa se encorva en dirección a la boca de Jennie ladeando la cabeza un poco. El corazón de la peli castaña está que no puede de la ansiedad del momento. La voz en su cabeza está cansada de gritarle que se detenga y que ella no la escuche.

Jennie cierra los ojos instintivamente preparándose para lo que vendrá, no sabe lo que será o lo que se sentirá, pero no puede esperar un segundo más para averiguarlo.

Lo primero que siente es su lengua babearle toda la boca mientras ríe; la mujer se separa inmediatamente con una mueca de disgusto y está a punto de hacer un reclamo, cuando abre los ojos y ve a Dominó sobre el regazo de Lisa robándole toda su atención. La chica más alta trata de impedir que le siga babeando la cara a su dueña y que se abalance sobre el plato todavía sin terminar de su comida.

—¡Dominó! —lo regaña—. ¡¿Qué carajos...?!

—Dominó se hizo pipí en la sala otra vez.

Somi sale al patio llamando la atención del can que corre hacia ella dando brincos.

El rostro de Jennie está pintado de rojo escarlata de todos los sentimientos que tiene revoloteando dentro de su sistema en ese momento, se cubre con ambas manos dejando escapar uno de sus famosos y pesados suspiros intentando calmarse y regular su respiración. Lisa parece estar tranquila en su posición de pie sosteniendo su plato mientras espera a que la otra acepte su mano para ayudarla a levantar.

¡Claro! Ella está ahí parada tan tranquila mientras su pobre corazón está a punto de detenerse en su pecho; pensándolo bien, esa sería muy buena opción para acabar con su sufrimiento, para callar de una vez las mil y una preguntas sin respuesta que se le formulan como burbujas de diálogo alrededor de la cabeza, la más grande, pesada y difícil de responder de todas: "¿Qué habría pasado si...?".

—¿Bien? —pregunta Lisa preocupada de ver que Jennie sigue con la cabeza entre sus manos.

—Sí, ya voy a limpiar.

Se pone de pie como un rayo pasando de Lisa y su mano estirada sin mirarla a los ojos. Planea limpiar el desastre que su mascota haya hecho en su precioso piso e irse a encerrar a su cuarto sin importarle nada, total, Rosé y Jisoo no tardan en llegar.

Está cerca de la puerta corrediza cuando oye un estruendo detrás de ella. Sus planes cambian en un santiamén cuando va corriendo a ayudar a levantar a Lisa del suelo.

El plato quebrado a un lado y los restos de comida del suelo son lo que menos le importa, Lisa no responde a su llamado ni a ninguno de sus estímulos. Agradece que Somi se haya distraído con lo que sea que la entretenga en la sala o no sabría cómo calmar su llanto y revivir a su hermana mayor al mismo tiempo.

Poniendo a prueba sus conocimientos sobre primeros auxilios que alguna vez su abuelo le dijo que aprendiera, le afloja el botón de los jeans y el sostén; eleva sus piernas un par de centímetros del suelo sacando sin dificultad los enormes zapatos de sus pies que apoya contra el árbol y sostiene su cabeza algo inclinada hacia atrás rogando porque respire; más se demora en entrar corriendo a la casa por el botiquín por el bote de alcohol, que Dominó en despertar a la pelinegra a punta de lengüetazos. Ella intenta de todas maneras poner el algodón empapado en su nariz devolviéndola a la realidad de a poco.

—No te levantes —la detiene en su intento—. ¿Cómo te sientes?, ¿te duele la cabeza?

Lisa asiente.

—Vale, quédate quieta e intenta respirar, ¿sientes dolor?

Niega esta vez.

—Está bien, no te muevas.