CAPÍTULO 80 NUESTRA DESPEDIDA

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Para una persona como Lisa tan insegura en muchos aspectos, tomar decisiones tan importantes como la de irse del país completamente sola, es algo que se debe pensar muy bien antes de negarse o aceptar. Después de una larga y difícil charla con Somi sobre su nuevo futuro, por mucho que la pequeña pelinegra se haya negado, su hermana mayor no le dejó más opción plantándose firme en su decisión de irse en menos de una semana.

Rosé y Suzy lograron estabilizar un poco el estado de ánimo de Lisa a punta de terapias y charlas extensas hasta la madrugada sobre lo que significa esa oportunidad tan enorme en su vida; fue difícil, pero Lisa entendió por fin un día, o más bien se resignó, a que ella importa más que nada ni nadie en el mundo y que es tiempo de cumplir sus sueños por ella, por Somi y por mamá Chittip, quien le hizo saber en uno de sus sueños lo orgullosa que estaba de ella.

Entre Rosé, Jennie y la misma Ryujin se encargan de arreglar todo en New York para que al par de hermanas no les falte un techo, comida ni nada. Somi ya está matriculada en una nueva escuela y alguien cuidará de ella en las tardes en que Lisa debe ver clases; una bicicleta nueva, empleo en la cafetería de la universidad, una computadora, a ninguna de las dos les hará falta nada en su nueva ciudad.

Bambam no se lo pensó dos veces y arregló todo para mudarse con el par de hermanas a la gran manzana para seguir al pendiente de ellas, cosa que Jennie agradeció enormemente colaborando para el alquiler de su estudio de tatuajes en el país, dejando el de Cadsmorie a cargo de uno de sus más fieles socios y amigo de infancia en el que confía plenamente.

Rosé ayuda a subir las últimas cosas de las hermanas a su carro para llevarlas al aeropuerto. Somi está felizmente ansiosa y Lisa ... bueno, ella sigue sin estar del todo bien. Luego de su ruptura con Jennie, la pelinegra hizo un retroceso a lo que era antes de conocer a las amigas, volvió a ser esa joven tímida, callada e introvertida que solo responde con gestos y no se acerca a nadie.

—¿Ya estás lista? —pregunta Rosé a Somi al verla sentarse en el asiento de atrás con una sonrisa radiante.

—¡Siempre quise montar en avión! —celebra.

—Es muy divertido, ya lo verás —voltea a verla—. Te voy a extrañar mucho, mi amor pequeñito.

—Y yo a ti, mi amor grandote —deba un beso en su mejilla—, ¿nos visitarás?

—Cada que pueda, mi amor.

—¿Por qué Jennie no viene con nosotras al aeropuerto?

Rosé suspira triste evitando las lágrimas que amenazan con salir.

—Tiene cosas que hacer, está ocupada con trabajo y cosas de la universidad, pero vino a despedirse de ti.

—Entiendo, es solo que quería verla un ratito más —hace un puchero triste—. Quería que viera los aviones con nosotras.

Lisa se encuentra en su cuarto terminando de revisar que no le falte nada en su mudanza. La ropa, los zapatos, su tocador, todo está guardado prolijamente en sus maletas para su largo viaje.

Un último vistazo a su habitación y una pequeña reflexión de cómo su vida cambió en tan solo un año. Antes era solo la chica rara que vendía café para sostener a su familia y ahora se está yendo a la mejor universidad de artes en Nueva York con una beca completa, ¿quién lo diría?

La pelinegra se muere del miedo, pero también siente emoción al empezar de nuevo en otro lugar, conocer otra cultura, ver otras personas, otro ambiente, se emociona.

—Rosé lleva un buen rato esperándote.

Lisa se voltea en cuanto escucha la voz de Jennie detrás de ella. Lleva puestos sus ojos falsos y eso le provoca tanto dolor en el alma.

Jennie aparta la mirada en un intento por no sentir todo eso que ya le está revoloteando en el interior al ser consciente de la inevitable despedida que se vive en ese momento.

—¿Qué tanto haces?

Lisa se encoge de hombros como suficiente respuesta.

—Respuestas verbales, por favor.

—No quiero que... yo, para no olvidar nada.

—Vale, ¿quieres que te ayude con tus maletas? —ofrece, pero Lisa se niega.

—No molestarte.

—No es molestia, yo...

—No quiero —sentencia—. ¿Por-por qué estás aquí?

Jennie se asombra de su pregunta y tono de voz ofuscado.

—Vine a despedirme de Somi y Rosé me dijo que te apurara.

—Dije que ya voy —contesta altanera.

—Okey, no hace falta que te enojes.

Lisa toma lo que queda de sus cosas y pasa de largo por el lado de Jennie empujando su hombro al caminar por su lado, este gesto quebrantando la poca cordura que quedaba en el corazón de Jennie para con la chica alta; una lágrima que limpia de inmediato se le alcanza a escapar, gracias al universo, sin ser vista por la pelinegra para no salirse del papel de "no me importa que el amor de mi vida se está yendo de mi lado".

—Fíjate por donde caminas, Loser —comenta con burla hacia Lisa.

La pelinegra se voltea a encararla. Sus ojos marrones que no le producen nada son ahora los protagonistas de su duelo de miradas que ella pierde al detectar el odio que le inyectan las pupilas a la que una vez fue su amada. ¿Pero qué le hicieron a su Jennie...?

—Salte de mi casa.

—¡Wow! Eso sí que es muy descortés de tu parte —levanta las manos todavía riendo—. No te preocupes, ya me voy, te dije que solo vine a despedirte de Somi.

—Ya no quiero que te le acerques más a ella... o a mí.

—Está bien, no me interesa más convivir con un par de raras como ustedes —camina hacia la puerta.

Lisa se está aguantando enormemente las ganas de llorar y salir corriendo, se obliga a respirar y a mantener la compostura. Eso de estarse fría en su posición recibiendo el odio de las palabras de la mujer que ama, no es que se le dé muy bien.

Jennie se da vuelta en el umbral de la puerta agregando su ultimátum a la pelinegra para finalmente retirarse a su casa y deshacerse en lágrimas lo que queda de la tarde.

Jamás pensó que las cosas terminarían así para ellas. La nadadora pensó en algo diferente, un final feliz... ¡Y bueno! Lisa lo está teniendo, aunque sin ella, eso igual es hermoso. No hay nadie en el mundo que merezca más ser feliz y cumplir y vivir sus sueños que Lisa Manoban, el amor de su vida. ¡Maldita sea, sí la extrañará!

—Espero no volver a verte nunca, ni en esta vida ni en ninguna otra.

Se marcha.

Lisa no se mueve de su lugar por unos minutos procesando las últimas palabras que le acaba de decir el amor de su vida, ese por el que alguna vez pensó daría la suya misma por unos segundos más a su lado. Verla marcharse y dejar la última gota de su perfume delicioso impregnado en el aire, taladra más el hoyo infinito en el alma rota de Lisa hasta dejarla tirada en el suelo con el dolor físico más grande que haya sentido en su vida.

La pelinegra trata de respirar y mantener la compostura, pero el abismo es más grande que ella y tiene más fuerza, la está absorbiendo y nadie la escucha pedir auxilio, ni está ahí para sostenerla de su caída inminente; todo en lo que puede pensar es en el par de ojos de gatito que la miraban con tanto amor, transformándose ahora en dos marrones que la aborrecen...

Lisa se siente morir y ya no le resulta tan mala idea sucumbir, pues para qué quedarse en un mundo en el que nadie la ama, en el que ha perdido a lo más sagrado y hermoso que tuvo después de mamá Chittip. El universo la odia, definitivamente, ella no merece estar más ahí, así que mejor dejarse llevar. No hay peor dolor que el de perder esa parte de su alma que al irse no le dejó nada más que nuevas y más grandes heridas irreparables... solo espera que su pequeña Somi no se quede sola ahora y que su mamá la reciba con los brazos abiertos y su helado favorito de vainilla en el paraíso, pues antes de cerrar sus ojos, es su figura la que ve por última vez.

—¡Lisa!

UNA PARTE DE MI ALMA // JENLISA // (JENLISA JENNIE+LISA BLACKPINK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora