No quiero creerlo

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Minami:

—No entiendo... si papá y yo nos vamos a mudar a la mansión Ishigami, deberías ir también —le dijo Haishi a Minami, pero ella le sonrió con tristeza.

—Lo siento, pero tengo mucho trabajo que hacer, y me será más fácil quedarme en casa donde tengo todas mis notas...

—Entiendo. —Haishi asintió—. ¿Sigues trabajando en eso del... infiltrado? —susurró, mirando a ambos lados con nerviosismo.

—Sí... Gen me ayuda, pero no hemos logrado más que descartar a algunas personas. —Suspiró con cansancio—. En fin, no podemos rendirnos, menos ahora en estos momentos tan críticos. Tú también debes tener los ojos muy abiertos, mi niño.

—Ok, haré lo mejor que pueda. —Asintió y luego se despidieron con Minami abrazándolo y besuqueando sus mejillas un largo rato hasta que él pidió piedad, a lo que ella por fin se fue, riendo.

Condujo a su casa y en su puerta se encontró con Gen y Ukyo.

—Bueno... a trabajar... —Suspiró con cansancio, llevándolos a su estudio.

Les puso grabaciones de la fiesta de Umi. Ella había guardado todo lo que grabo y también obtuvo las grabaciones de las cámaras de seguridad.

—Según Senku, en algún momento Kinoeda llamó y convocó a su infiltrado —murmuró, mirando atentamente a la masa de invitados en la fiesta de la joven amiguita de su hijo—. Los estuve observando, la inteligencia artificial de Chrome también me ayudó a filtrar un poco los minutos que podrían ser útiles, pero hay mucha gente... y muchos entran y salen todo el tiempo. Pero me llamó la atención que en un momento, justo después de la llamada de Senku, entran tres personas de regreso al salón. Un aldeano, Titan. El hijo de Nikki. Y Ruri-chan.

—Es imposible que sea Ruri-chan~ —aseguró Gen, con una mano en la barbilla—. Kohaku-chan y Chrome-chan le cuentan prácticamente todo, Kinoeda ya estaría enterado de más cosas que nosotros~.

—Cierto, Ruri sabe muchas cosas. —Ukyo rio nerviosismo—. Aunque no tenemos del todo claro qué tanto acceso tiene Kinoeda a la mente de los que controla.

—Senku dijo que lo más seguro es que el controlado no sepa que está siendo controlado, pero que no presente periodos de amnesia, que sus recuerdos sean reemplazados por otros falsos —murmuró Gen, recordando las palabras de Senku y la Dra. Mironi cuando lo llamaron a discutir ese tema ya que quería que él descubriera al infiltrado entre sus amigos—. Incluso podría ser yo y no saberlo~.

—Podría ser cualquiera, pero es que si fuera alguien que supiera demasiado, Kinoeda ya habría usado esa información en nuestra contra desde hace mucho —aseguró Ukyo, ajustando su sombrero—. Es algo que preocupaba mucho a Senku antes de la amnesia, y sabemos los problemas que trajo esas sospechas suyas... casi no quería hablar con nosotros, estaba paranoico, desconfiado, casi parecía al borde de la locura.

—Sí, y hasta estoy segura de que eso fue lo que trajo problemas en su matrimonio... —Minami hizo una mueca de tristeza—. Kohaku estaba tan triste... ella estaba segura de que su propio marido desconfiaba de ella... Hmm, pareciera que ahora que él tiene amnesia están mucho más felices que antes.

Y eso era algo de lo que habían hablado entre las amigas, que Senku antes de la amnesia estaba demasiado paranoico, cansado, loco, que no paraba de trabajar y desconfiar de todo el mundo, y que por eso hizo lo que hizo pocos días antes de dispararse con esa arma maldita que le borró todos los recuerdos.

La verdad, Minami no estaba segura de si quería que el antiguo Senku regresara...

Con el Senku de mentalidad de dieciocho años, él estaba mucho más atento a su esposa e hija, conversaba con sus amigos, dependía de ellos, aceptaba recibir su ayuda y sus consejos. Tomaba la mano de Kohaku, se sonreían, reían, hasta los había visto besarse en las sombras cuando creían que nadie miraban, y sabía que Kohaku estaba mucho más feliz.

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