Infiltrado

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Cuando bajó a la sala, no solo Tsukasa estaba esperándolo, sino también la Dra. Mironi y la irritante psicóloga y psiquiatra Maiko-sensei.

Senku buscó a Tsukiku con la mirada, decepcionándose al no verla por ninguna parte.

¿Ni siquiera vendría a despedirse de él? ¿Tanto lo odiaba?

O más bien, ¿tanto creía que él no la quería? ¿Acaso pensaba que no le importaba despedirse de ella?

Hizo una mueca casi imperceptible que atrajo de inmediato la mirada de Maiko y la Dra. Mironi, ambas interesadas por cada reacción suya.

—Senku, querido, me imaginó que ya te dieron la noticia —habló la supuesta científica más brillante, la que en el siglo XXI fue apodada "computadora humana" por la inmensa cantidad de información detallada que podía recordar sin problemas, la gran Dra. Mironi, que era experta en no solo una especialidad, sino varias, siendo una de sus muchas especialidades la psiquiatría.

—Sí, lo sé, debo largarme de aquí y dejar que Tsukasa sea mi niñera de ahora en adelante. —Rascó su oído con fastidio—. Evitar la información personal y concentrarme en aprender lo necesario para reintegrarme a esta época, sí, sí.

—Je, creí que te emocionaría poder ponerte al día con la ciencia actual. —La doctora sonrió astutamente, provocando un ligero estremecimiento en Senku, que se asqueó de sí mismo por ni siquiera haber pensado en eso de tan atascado que estaba en sus problemas personales—. En fin, iremos contigo a casa de Tsukasa, donde la Dra. Maiko te hará un último análisis que yo analizaré. Entonces yo te analizaré personalmente y luego te daré algunas indicaciones. ¿Nos vamos?

—Sí... —Volvió a mirar alrededor de la sala.

Kohaku estaba detrás de él con sus maletas preparadas y semblante triste. Había unos cuantos Rei-bots dando vueltas por el lugar, y su hija no estaba por ningún lado.

Suspiró.

—Saluda a nuestra mocosa por mí —le dijo a Kohaku, que asintió, sonriendo tristemente.

Después de dejar sus maletas en el maletero de la camioneta de Tsukasa, Kohaku besó brevemente los labios de Senku, para luego regresar a la casa.

Senku iba a entrar al auto arrastrando los pies, pero entonces tuvo la sensación de que lo observaban y volteó hacia la mansión, logrando ver a Tsukiku en uno de los balcones, mirándolo con rostro serio. Al notar que la vio, se sonrojó un poco y corrió dentro de la casa.

El científico rio un poco, sintiendo cierto alivio invadirlo.

Al menos pudo verla otra vez.

El viaje a la casa de Tsukasa no fue muy largo, menos con la Dra. Mironi platicándole todo tipo de ciencias interesantes y cosas en las que podría profundizar con las enseñanzas de Chrome.

Je, qué irónico, ahora que lo pensaba. El que una vez fue su estudiante ahora sería su maestro.

Cuando Senku llegó a la casa de los Shishio, la primera en recibirlo fue Minami, emocionada.

Ellos vivían en una enorme cabaña que no llegaba a ser una mansión, pero sí era muy grande, tenía un dojo a un lado, también bastante grande, y había varias instalaciones raras que quizás fueran parte del sistema de seguridad avanzado que supuestamente tenían.

—¡Así que ahora vivirás con nosotros! —exclamó Minami—. ¡Excelente! ¡Así podré ser la primera en dar la noticia cuando recuperes tu memoria y todo vuelva a la normalidad!

—Mamá. —Haishi se apareció en el recibidor para mirar a su madre con reproche—. Hola, tío Senku. Bienvenido.

Senku asintió en dirección al mocoso de Tsukasa. Después de pasar varios días conviviendo para salvar sus culos de morir congelados, ya sentía que lo conocía más, aunque no esperaba tener que volver a convivir con él tan pronto.

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