—Kohaku... ¿Dónde está Suika?
Al escuchar esa pregunta, ella se congelo por completo y solo por la mirada en sus ojos Senku pudo darse cuenta de que algo pasó con Suika, probablemente lo mismo que pasó con Kinro.
—Ella... ¿Ella también fue petrificada de esa forma? —Miró a la estatua de Kinro, una estatua de color blanco grisáceo, visiblemente frágil, ya agrietada solo por caer encima del hombro de Ginro.
—Senku... —Kohaku cerró los ojos dolorosamente—. No es momento de hablar sobre esto. Tenemos que...
—¡¿A qué te refieres con que no es momento?! —No pudo evitar alzar la voz—. Kohaku, dime qué demonios le pasó a Suika.
Sabía que debía ser una mujer adulta ahora, pero en su mente Suika aún era una dulce niñita a la que le encantaba ser útil. ¡No podía estar sin saber qué sucedió con ella! ¡¿Por qué no podía decirle al menos esto, por solo esta vez?!
—Senku, entiende que no puedo explicarte las cosas ahora. —Ella también se vio exasperada—. Ya sabes que no podemos forzar tu memoria, y ahora no hay tiempo para...
—Estoy comenzando a hartarme de esto, Kohaku. Esto es importante, con un demonio. —Se acercó a ella con sus cejas casi juntas por la frustración—. ¿Qué demonios es esa petrificación? ¿Qué demonios es Reimi? ¡¿Por qué mierda quieren matar a todos los que me importan?! ¡¿Qué es lo quieren de mí?! ¡Respóndeme por una vez! —exigió, completamente harto de no saber nada.
—¡Entiende que NO PUEDO! —Caminó pasándolo de largo, dándole la espalda.
—Maldita sea, Kohaku... —La siguió y tomó su muñeca—. Dime al menos qué pasó con Suika. ¡¿Dónde está? ¿Está realmente...? —No pudo ni terminar de hablar, no podía ni decirlo, ni siquiera pensarlo.
¿Muerta?
No. No podía ser verdad. ¡Se negaba a que fuera verdad!
—Senku... —Ella volteó a verlo con los ojos llenos de lágrimas—. No quiero hablar de eso.
Él la miró horrorizado, temiendo que realmente ya nunca volvería a ver a Suika, y que muy posiblemente haya sido todo por su culpa...
Tenía que saberlo, debía confirmarlo, ¡tenían que decirle al menos eso!
Iba a seguir insistiendo, pero en ese momento Tsukasa se interpuso entre ellos, colocando las manos en sus hombros.
—Tenemos que irnos. Kinoeda nunca ataca una sola vez, no están a salvo aquí. Y debemos llevar la estatua de Kinro al laboratorio.
—Tienes razón, lo siento. —Kohaku frotó sus ojos y fue a buscar a Tsukiku, que estaba arrodillada junto a la estatua de Kinro, midiéndola con una especie de aparato extraño que Senku no reconoció—. Vamos, hija, este lugar no es seguro. Chrome se encargará de la estatua.
—Pero... —Tsukiku tenía los ojos muy abiertos y parecía temblar levemente, y Senku sintió el impulso de acercarse a ella, probablemente por esa mierda de la preocupación paternal—. S-solo estaba comprobando que es la misma variante que antes, y sí, no hay cambios, puedo ayudar a mi tío a...
—Tenemos que irnos, ahora. —Kohaku la cargó en brazos sin contemplaciones, arrancándole un pequeño chillido que sonó parecido al maullido de un gatito—. Deja que tu tío se encargue, debemos ponerte a salvo.
—Ya tengo las cosas bajo control, mandé a mis kuro-bots a rastrear la zona, parece que Kinoeda sí se retiró por ahora. —Chrome se acercó al lugar con dos robots voladores con formas humanoides, con sombreros de enfermeros—. Llevaré la estatua de Kinro a mi laboratorio antes de llevarlo al laboratorio principal mañana.

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Re-Mind
FanfictionSPOILERS DEL MANGA/ Cuando Senku abrió los ojos, esperando encontrarse con sus amigos y muchos más proyectos científicos por delante, se sorprendió al despertarse en un lugar completamente desconocido. ¿A quién pertenecían esos familiares ojos azule...