Estaba nevando, y Senku, amnésico y confundido, estaba perdido en medio del bosque al otro lado del país, lejos de todo rastro de civilización, incomunicados, con su hija preadolescente y cuatro adolescentes, dos de ellos heridos, aparte de un psicópata asesino persiguiéndolos.
Su suerte esta vez se había pasado de la raya, no tenía idea de cómo salir de esta.
Al menos, pensó, sus desafortunados compañeros eran personas bastante capaces, pese a sus edades o las heridas que tuvieran.
Oki Kinji, el hijo mayor de Taiju y Yuzuriha, idéntico a su madre y tan alto y resistente como su padre, pero de una complexión más delgada. Aparentemente era muy habilidoso en artesanías y tenía bastante fuerza. También era más tranquilo que Taiju, su personalidad calmada y observadora le recordaba más a Yuzuriha, pero por lo que había visto el chico también podía llegar a ser escandaloso y bastante ingenuo. Tenía diecinueve y era el mayor de todos ellos, incluso mentalmente mayor que Senku, que solo conservó su memoria hasta los dieciocho años, sin contar los petrificados.
El segundo mayor era Ruchiru, el hijo de Chrome y Ruri, con dieciocho años. Él era idéntico a Chrome en casi todo, desde su cabello castaño alborotado hasta su personalidad gritona y boca-floja, parecía como si alguien hubiera clonado a Chrome, excepto que tenía los ojos azules de Ruri y, de hecho, era un poco más alto que Chrome. Probablemente fuera el científico más capaz entre ellos, debido a la falta de memoria de Senku y la corta edad de su hija.
Le seguía en edad Saionji Umi, hija de Ukyo. Ella era una chica bajita de apenas dieciséis años, pero probablemente fuera la persona más madura allí. Era muy parecida a su padre, con los ojos verdes y el cabello blanco, aunque este estaba lleno de rulos que le caían hasta los hombros, hasta tenía un sombrero favorito (uno blanco de ala ancha), y, además de físicamente, también se parecía a Ukyo en su personalidad sensata y compasiva, y, por supuesto, en su gran audición.
El más joven además de su hija era Shishio Haishi, el hijo de Tsukasa y Minami, que tenía quince años. Era idéntico a Tsukasa, pero con el cabello corto, también tenía una complexión fuerte y alta. Además de eso, también tenía una personalidad muy similar a Tsukasa, tranquilo y analítico, aunque pudo ver que heredó un poco del carácter de su madre que salía a flote escasas veces. De todos modos, lo mejor era que parecía ser un peleador prodigio y asquerosamente fuerte como su padre.
Y luego estaba la menor de todos, Ishigami Tsukiku, su hija con Kohaku, de apenas trece años. Ella era idéntica a él en muchos aspectos, con una cara idéntica a la de él, excepto por la naricita respingada de su madre, y una personalidad tan similar a la suya que a veces hasta le caía mal de lo parecidos que eran. Su cabello era largo, atado en dos coletas, tenía el mismo flequillo de Kohaku, pero el color blanco-verdoso era de él, aunque los ojos azules eran los de ella. También era una amante de la ciencia, pero parecía ser una buena peleadora, o por lo menos ya la había visto destrozar un robot a patadas. Sin duda era una compañera eficaz para perderse en el bosque, a pesar de lo arrogante y malcriada que era.
Y luego estaba él, Ishigami Senku, de más de cuarenta años físicos, pero dieciocho años mentales. Él ya sobrevivió a varios inviernos en el mundo de piedra. Ahora que tenía a más que Taiju, aunque menos que toda una aldea, no debería serle mucho problema sobrevivir... al menos, mientras pudieran evitar al Dr. Kinoeda intentando secuestrarlos o asesinarlos.
—Estamos en Yamagata —dijo Tsukiku mientras vendaba la pierna herida de Umi con trozos del abrigo de Haishi—. Casi en el límite con Akita, prácticamente en la punta este.
—A pie nos tardaríamos unos seis días en llegar a Tokio, tomando en cuenta el clima y los heridos —calculó Senku, ceñudo—. ¿No hay una zona repoblada más cercana que sea mejor opción?

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Re-Mind
FanfictionSPOILERS DEL MANGA/ Cuando Senku abrió los ojos, esperando encontrarse con sus amigos y muchos más proyectos científicos por delante, se sorprendió al despertarse en un lugar completamente desconocido. ¿A quién pertenecían esos familiares ojos azule...