Plan maestro

497 45 42
                                    

—¡Encontramos unas escaleras!

—¡Es una salida!

—¡Vemos luz del sol!

Ante los gritos de Kinji y Elioth, todos los que estaban dentro del vehículo y salieron, sonriendo al ver efectivamente los rayos de la luz del sol asomándose aunque sea muy brevemente de la grieta de una puerta, dejando ver unas escaleras para escalar a lo alto.

—¡Al fin libertad! —gritó Rey saliendo del vehículo de inmediato.

—Solo fueron veinte minutos —le reclamó Tsukiku, rodando los ojos.

Todos escalaron y salieron fuera, en medio de un bosque bastante frondoso.

—Bueno, al menos es difícil que nos detecten desde el aire por aquí —murmuró Haishi.

—No deberíamos estar mucho tiempo aquí... cuando no lleguemos con Tek y él le diga a los demás, mis papás van a enloquecer. —Tsukiku bufó—. Y tío DJ debe conocer esta salida, así que apenas calmen las cosas allá nos vendrán a buscar, solo no hay que alejarnos.

—¿Y no hay posibilidad de que el vehículo vuelva a funcionar pronto y vayamos a donde tenemos que ir? —preguntó Elioth.

—Nop, tardará horas —afirmó Rey, pareciendo bastante incómodo de estar en medio del bosque—. Alguien lo saboteo intencionalmente, eso seguro.

—¿Dices que uno de nosotros es un traidor? —Umi no se vio nada contenta con esa insinuación.

—Todos sabemos que hay un infiltrado... —dijo Ruchiru con una mueca—. Y el infiltrado tampoco sabe quién es... podría ser cualquiera de nosotros, menos Tsukiku, claro.

Todos comenzaron a intercambiar miradas nerviosas.

—Bueno, es poco probable que sea Elioth, por lo menos, ya que no habría sido útil para Kinoeda y no lo conocíamos, y sabemos que el infiltrado lleva por lo menos unos dos o tres años de espiarnos —murmuró Tsukiku.

—Supongo que eso me tranquiliza un poco. —Elioth rio nerviosamente.

—Tampoco puede ser Umi —dijo Haishi con firmeza—. El infiltrado apareció en su fiesta y ella era el centro de atención, siempre estuvo con alguien.

—No necesitan comenzar a buscar ni a descartar gente, no es del todo seguro que uno de nosotros sea el infiltrado. —Tsukiku comenzó a tamborilear los dedos—. Puede ser que alguno traiga nanobots que Kinoeda se estuvo guardando... como sea, mientras tengamos a Reimi estaremos bien.

—¿Y que pasa si uno de nosotros sí resulta ser el infiltrado? —preguntó Ruchiru, con una mirada sombría—. Si intenta lastimarte... ¿qué hará Reimi con el infiltrado... o infiltrada?

Todos miraron fijamente a Tsukiku, que rodó los ojos.

—Reimi no va a lastimar a nadie, si eso piensan. Y si llegara a lastimarlos... igual puede usar la petrificación para curar cualquier herida.

—Eso no suena bien. —Saira hizo una mueca descontenta.

—Tengo un protocolo para no dañar niños —afirmó Reimi, surgiendo del bolsito de Tsukiku—. Aunque con quince años recién cumplidos mi protocolo ya deja de verlos como "niños" y estoy autorizada a ejercer violencia en caso de que atenten contra Tsukiku.

—Si yo soy el infiltrado, noquéame, no me importa —pidió Haishi, muy serio.

—¡A mí también, mátame si es necesario! —dijo Kinji con lagrimitas y todo, ganándose un fuerte pisotón de Tsukiku—. ¡AUCH!

—¡Deja de decir tonterías! ¡Les dije que no creo que ninguno sea el infiltrado! Ahora, será mejor que busquen donde sentarse, porque vamos a estar aquí mucho tiempo.

Re-MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora