El peor

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Senku rompió le entrada de la cueva de nieve para poder salir, jalando con suavidad a Tsukiku para sacarla (con bastante dificultad) cargándola en sus brazos.

Haishi y Umi ya estaban despiertos, frotando sus brazos por el frío.

Claro, recién amanecía. Eran las horas más frías del día.

La ropa de esta época post-petrificación era, de hecho, muy abrigada, pero aun así Senku sentía la cara helada y ni siquiera tenía guantes, por lo que sus dedos empezaron a entumecerse al salir fuera de la cueva de nieve, el cambio de temperatura dentro y fuera era considerable.

Abrazó a Tsukiku más contra él, esperando compartirle más de su calor corporal.

Haishi y Umi parecieron sorprendidos de verlos.

—¿Pasa algo con Tsukiku? —preguntó Umi, preocupada.

—Déjeme adivinar, se enfermó. —Haishi comenzó a frotar sus sienes. Senku asintió con pesar—. Claro, ella siempre se enferma cuando se expone demasiado al frío.

—Esto es terrible. Tenemos que abrigarla más antes de que empeoré. ¿A cuánto está la ciudad más cercana? —preguntó Umi a Haishi.

—Seguramente tardaríamos al menos dos días en llegar, no hay tiempo. —Haishi negó con la cabeza—. Esto es ridículo, voy a cazar algo para hacerle al menos una manta. —Tomó una piedra de los intentos fallidos de hacer una pala—. Tío Senku, enséñame a hacer una lanza, por favor.

—Muy bien, es nuestra mejor opción. —Estuvo de acuerdo con el adolescente—. Es posible que haya osos por aquí, iré contigo para identificar sus zonas de hibernación. Serán presa fácil. —No era algo que lo enorgulleciera, pero era la opción más factible para no poner en riesgo la vida de su hija.

—Supongo que también sería una buena fuente de alimento... —Umi tampoco se veía contenta, pero no protesto.

—Mientras, es mejor que Tsukiku permanezca en una cueva, supongo. La mía tiene goteras, ¿la suya?

—La nuestra está bien —aseguró Umi—. Me quedaré con ella hasta que vuelvan.

—¿A dónde van? —Justo en ese momento, Ruchiru y Kinji salieron de su cueva, mirándolos con curiosidad.

—Tsukiku está enferma —informó Haishi—. Tío Senku y yo vamos a cazar algo para hacerle mantas y conseguir comida.

—Agh, mierda, es cierto que siempre se enferma con este clima. —Ruchiru, a pesar de que solía ser muy áspero y peleonero con Tsukiku, también se preocupó—. Mi tía va a matarnos si algo le pasa.

Aunque ese también era un muy buen motivo para preocuparse.

—Qué terrible, le daré mi abrigo mientras tanto. —Kinji ni se lo pensó dos veces en quitarse su abrigo en pleno clima invernal a diez grados bajo cero.

—¡¿Estás loco?! —Le chilló Ruchiru—. ¡Ella ya tiene un abrigo, tú te vas a congelar!

—¡Puedo hacer ejercicio mientras, estaré bien! —Sonrió enormemente como el idiota que era, igualito al padre.

—No te lo recomiendo, menos con un brazo roto. —Senku decidió ponerle un alto—. Se quedará en una cueva de nieve con Umi mientras, estará bien. Tú ven con nosotros a cazar, seguro que tu absurda resistencia nos sirve de algo.

—Ow, de acuerdo. —Volvió a colocarse el abrigo—. Umi, ¿cómo sigue tu pierna?

—Ya puedo caminar, estoy bien —aseguró la joven.

—No le creo para nada. —Haishi hizo una mueca—. Le costó levantarse. Aunque ya puede pararse, sí, pero creo que lo mejor es que no caminé.

—Estoy bien —insistió ella.

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