Visita

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Era viernes y Senku debería estar emocionado de volver a ver a su familia como acordó con Kohaku, pero en su lugar estaba con la mente llena de intrigas y temores a causa de la conversación telefónica que tuvo con Kinoeda.

Antes de tener su clase con Chrome, empezó a anotar varias cosas en su libreta que antes había dejado casi abandonada.

Anotó:

Parezco tener una especie de trato con Kinoeda, un acuerdo entre los dos en los que yo no delató sus movimientos a otras personas y él no hace... lo que sea que haga.

¿Infiltrado? ¿Un traidor? ¿Una persona que trabaja para él?

¿Por qué de repente siento que no puedo confiar en nadie?

¿Por qué de repente siento que yo tengo algo que ver en los desastres de Kinoeda?

Siempre estuve dispuesto a pactar con los enemigos por el bien de la humanidad, pero esto... Algo no está bien.

Era extraño... las cosas habían estado empezando a verse mejor desde que le permitieron aprender más sobre la ciencia actual, pero ahora todo se estaba derrumbando. Estaba lejos de Kohaku y su hija, y se sentía asquerosamente solo...

En el mundo primitivo en el que despertó con quince años, aunque tenía pocos recursos y tecnología muy rudimentaria, lo que le sobraban eran personas confiables. Podía confiar en sus amigos, en que harían su trabajo y en que protegerían los mejores intereses del reino científico.

Ahora no estaba seguro de nada. Una vez más, sentía que no pertenecía a este mundo.

Una parte de él extrañaba ser un adolescente luchando por sobrevivir en el mundo de piedra, pero otra parte realmente no quería volver a eso, y era por Tsukiku. Las cosas con ella habían cambiado, ya no se sentía un niño al que le lanzaron una niña a su cuidado, ahora se sentía como un padre de verdad, y quería actuar como uno.

Tsk, realmente era un fastidio tener que pensar constantemente en el bienestar de otro ser humano, pero ya no había vuelta atrás. Ahora entendía un poco más cómo solía funcionar el extraño cerebro de padre molesto de Byakuya.

—¡Senku! ¡Desayuno! —Minami llamó a su puerta como todas las mañanas, ella parecía feliz de tenerlo como visitante, quizás porque sabía que su hijo malcriado estaba enamorado de su hijita pequeña demasiado buena para ese engendro de... Esperen, ¿qué?

Ugh, la paternidad era un verdadero fastidio.

Bajó a desayunar y Minami de inmediato empezó a sacar el mismo tema que había estado sacando desde que se mudó.

—¡¿No es mi hijo un encanto?! ¡Y también sería un buen yerno para...! Eh, también sería un buen guardia para tu familia, ¿no lo crees, Senku? ¡Si nuestros hijos se volvieran más cercanos, tú hijita estaría más que protegida! ¡Además, mi Haishi es tan apuesto como su padre! ¡Imagina los nietos que tendríamos! Eh, quiero decir, ¡imagina el buen guardia que sería para Tsukiku-chan!

Senku la miró con irritación mientras bebía su café, mentalmente fantaseando con tirárselo a la cara.

Ja, como si fuera a dejar a su princesa con cualquier chiquillo malcriado... Ugh, otra vez estaba teniendo pensamientos raros.

Tsukiku era la malcriada aquí... aunque seguía siendo su princesa, ¡y ni loco dejaría a Haishi cerca de ella!

—¡Senku! ¡Senku! ¡¿Me estás escuchando?! —reclamó Minami.

—Mamá, ya déjalo, por todos los cielos —rogó Haishi con el rostro enterrado en sus manos, claramente avergonzado por el comportamiento de su progenitora.

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