IX

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Habían pasado meses, Juliana tocaba el cielo con el cambio de Elena. Cada día mejoraba más, cada noche le repetía cuánto la amaba y para estas instancias, el amor era recíproco. Juliana recién despertando sintió el peso de su esposa al posarse delicadamente sobre la superficie de la cama. Abrió los ojos inmediatamente y se encontró con una imagen hermosa, se trataba de Elena con una vestimenta casual, sí su pantalón de tiro alto típico y una blusa de seda blanca con unos zapatos deportivos. Eso sí, con una charola con el desayuno preparado.

-¿Y esto?

Preguntó Juliana a lo cual Elena sonrió y le acercó los alimentos.

-¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?

Juliana negó tomando un trozo de fruta para llevárselo a la boca. Elena suspiró y la vio detenidamente a los ojos.

-Fue en uno de los hoteles Ayamonte, en ese entonces tú estabas con Ariadna y yo trabajaba para su padre, Adrián. Yo aún no era trasladada a la oficina central, así que era personal del hotel.

Pasó saliva antes de continuar y Juliana recordó todo con velocidad. Una joven Elena trabajadora, atenta y discreta. Con mucho talento y mucha seriedad, se acordaron las veces que Ariadna decía comentarios acerca de Elena y de su amistad.

-Yo te instalé en la mejor habitación y te preparé justamente esto como tu primer desayuno en toda tu estancia...

Juliana sonreía, ese lado detallista y sensible de Elena la estaba conquistando a paso firme.

-Y ahora lo traes a nuestra cama... Lo que son las cosas.

Dijo para darle el lugar que se estaba mereciendo, el de su esposa y ahora, de su amor. Elena se sonrojó levemente y le acercó el desayuno para ponerse de pie después y comenzar a arreglarse.

-Hoy iremos a terapia, ¿lo recuerdas?

Juliana asintió comiendo la fruta que le había preparado Elena.

-Creo que es lo más rico que he comido en la vida... Gracias mi amor...

Elena sonrió ampliamente y se aproximó para robarle un beso que al mismo tiempo le quitase el aliento.

-Mía...

Susurró.

...

-Solo digo que me parece extraño, mi cielo. No me parece lógico que ataques así a las Priego-Falcó. Es decir... ¿Qué nos hicieron?

Preguntaba Nina totalmente confundida por el mal humor de su esposa. Por su parte, Ariadna negó, no quería revelarle el verdadero secreto y razón de este problema. Su amor por Juliana y esa competencia que significaba seguir luchando por ella de todas las formas posibles. ¿Era obsesión? Se preguntaba con intensidad e insistencia. No, era amor verdadero, se repetía incansablemente.

-Ya te había dicho Nina, Elena es una persona desagradable. No la soporto, hemos hecho lo que sea para sacarla del mercado y ella ha hecho lo mismo. No hay nada más. ¡Carajo!

Su enojo iba en aumento durante los días, lo notaba su familia completa y su más cercano amigo. Quizá, Ariadna estaba perdiendo el control y lo más probable es que se debía al inminente rechazo de Juliana. Siempre creyó que Elena era autoritaria y dictadura con el amor de su vida, y ahora que tenía la oportunidad de hablarse un poco, esa disponibilidad se había marchado rotundamente. Eso mismo guiaba a Ariadna a pensar que verdaderamente, Juliana amaba a Elena y ese pensamiento le destrozaba por dentro. Mientras tanto, Niña trataba de analizar el panorama, sus sospechas aumentaban con el tiempo. Cada día parecía acrecentar la duda, ¿realmente el conflicto era así de transparente? No pudo más con esa incertidumbre, dejó que se marchara y emprendió su búsqueda de datos.

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