—¡¿Dónde mierda estás Ariadna?! ¡¿Por qué no contestabas el teléfono?!
La voz desgarradora de Nina aturdió a la empresaria. Era como una sacudida abrupta. Ariadna acababa de dejar a Juliana en su casa cuando pudo responder finalmente todas esas llamadas.
—¿Qué, qué pasa?
Respondió con preocupación, el sollozo de Nina le indicó que no estaban ocurriendo cosas buenas.
—Adri está en el hospital, se fue de la casa y no la encontrábamos por más de 12 horas. Estaba bebiendo sola en un hotel de quinta hasta que se desmayó.
Al momento de escuchar eso, Ariadna partió de dónde se encontraba a toda velocidad, siguiendo las instrucciones de su todavía esposa. Al llegar, vio a su hija mayor abrazándose a sí misma y a Nina con el rostro hinchado de tanto llorar. Se preguntaba la razón de no estar presente y con culpa y vergüenza se fue acercando, viendo como de un pasillo del fondo salía Elena con las mangas de su blusa de seda arremangadas, parecía que se había cambiado recién. Un enojo abismal la invadió y sin medir sus alcances, corrió contra ella y se abalanzó con furia.
—¡Ariadna!
Gritó Nina desaforada al ver como un golpe en el rostro derribaba a una desprevenida Elena. Rápidamente Regina se colocó en medio, no iba a permitir que se confudieran más las cosas.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Vienes a burlarte de mí o es otra de tus venganzas?
Recriminó con derecho a la sospecha. Regina sujetó a su madre con fuerza y jaló su ropa para distanciarla de la castaña. Elena se puso de pie y para sorpresa de los presentes, llevó la mano a su rostro y gotas de sangre salían de su labio roto. Ni siquiera sonrió, apretó los puños para contenerse.
—Ella fue la que nos ayudó a encontrar a mi hermana, porque tú ni contestabas el maldito teléfono, mamá.
Recriminó Regina más que indignada y sintiendo ahora una mayor decepción. Pues Alejo había informado a Elena de la cita que tuvo en ese momento Ariadna con Juliana. Elena estaba furiosa, pero no podía hacer nada, no podía perjudicar a Juliana, por más derecho que tuviera a manifestar su dolor.
—Estaba en algo muy importante. Carajo, ¿por qué no le hablaron a Augusto?
—Porque en los momentos importantes nadie relacionado contigo está, Ariadna.
Menciona con total indiferencia una Nina que había alcanzado a escuchar la conversación de Alejo con Elena.
—No me sorprende tu ausencia, supongo que estabas muy ocupada con tu amante.
La morena agachó la cabeza, estaba notoriamente incómoda. Así que tomó su abrigo dispuesta a salir, mas Regina la detuvo en seco.
—Lo siento mucho, señora Elena. Lamento mucho lo que le pasó. Gracias, muchas gracias por ayudarnos.
Elena sonrió de lado, con esa sonrisa infantil que la hacía ver decenas de años menor. Acarició el cabello de Regina y asintió.
—Cuentan conmigo. No te preocupes por nada, todo está cubierto. Tanto la prensa como los gastos. Nada saldrá de aquí. Me retiro.
Se despidió Elena cortésmente. Era una situación familiar que no le correspondía atender, sin embargo, Nina la tomó del brazo con sutileza.
—Creo que Adri querrá verte cuando despiertes.
Elena le sonrió con ternura, una madre verdaderamente afligida le causaba una serie de emociones que por su vida misma no podía evitar sentirse desafortunada.
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INDELEBLE
RomanceAmar es una odisea para aquellos que aman y no son correspondidos. Amar es un suplicio para los que están alejados del amor de su vida. Amar es un sacrificio para los que se atreven a sentir. Sin miramientos, esta historia cubre las emociones más co...