Había llegado el momento de la cena, Regina y Dante tomaron un receso de su trabajo para venir exclusivamente a este evento. Tanto Nina como Juliana se habían esforzado en encontrar el restaurante perfecto, la comida ideal y la privacidad necesaria para llevar a cabo dicha reunión. Por parte de los Priego-Falcó asistieron Franco, Dante, Juliana y Elena, una familia unida por amor y por la metamorfosis perfecta del dolor a la plenitud. Y por el lado Ayamonte, Ariadna iba a la cabeza, acompañada por la impresionante Nina y sus hermosas hijas, Regina y una indiferente Adriana. Las dos familias estaban allí, una frente a la otra, mientras afuera del restaurante había una docena de reporteros y camarógrafos esperando la exclusiva.
—Buenas noches a todos. Buenas noches, Ariadna. ¿Cómo estás?
Cómo siempre, Elena tomó la batuta. Quería evitar la incomodidad a los jóvenes y a las familias. Ariadna sonrió irónicamente y alzó las cejas algo sarcástica.
—Me encuentro fenomenal. Señora...
Saludó a Juliana, extendió su mano y fue sujetada. Las antiguas novias se observaban, Ariadna tratando de encontrar en Juliana los restos de su amor, algo que le ayudase a continuar con una ilusión moribunda. Mientras tanto, Nina analizaba el acercamiento, sintiendo en la boca del estómago esas llamaradas de celos, siendo éstos interrumpidos por una sonriente y cálida Elena.
—Señora, siempre luciendo fantástica. Gracias por la cena. ¿Niñas, cómo se encuentran?
Encantadora, linda y delicada, Elena saludaba a las hijas Ayamonte con la importancia que ameritaban.
—Gracias Elena. Tú luces igual de reluciente. Bueno, tu esposa organizó todo fabulosamente.
Elena asintió y saludó a Regina con un abrazo. Dante desde atrás sonreía, admirando la capacidad de su mamá por dividir y separar lo importante de lo que no lo era.
—Un gusto verla, señora Elena.
La empresaria sonrió y guiñó un ojo cómplice con Regina. Dándole esa inyección de confianza que pudo leer que necesitaba.
—Lo único que puedo decirte Regina, es que tú y mi hijo son adultos, saben lo que hacen y que de mi parte voy a respetar eso. Eres una gran mujer y mi hijo es un gran hombre, hasta parece idílica su relación. Gracias por la confianza.
Palabras de amor, Regina pudo sentir en las frases de Elena los tintes del amor que podia llegar a sentir por su familia. Y eso la sorprendió tanto, después de haber escuchado a su propia madre echar pestes sobre ella, siempre creyó que era una especie de mafiosa sin alma capaz de hacer todo por salirse con la suya.
—Dante... Buenas noches.
Estrechó su mano Ariadna y Dante con garbo la recibió, sin sentirse intimidado.
—Buenas noches.
Al notar que ese saludo no cesaba, Elena, cuál leona enjaulada llegó a su lado y posó sutilmente su mano sobre el hombro de Ariadna, clara muestra de su territorial y protectora naturaleza. Juliana miraba de reojo, sintiendo en su pecho esa agitación de emoción e incomodidad al mismo tiempo.
—Creo que es hora de sentarnos, por favor.
Marcó el límite Priego con su voz áspera, pero autoritaria. Haciendo que Ariadna quitase su mano y fuera junto a su familia a sentarse. Tanto Dante como Regina se sentaron juntos, siendo típicamente inseparables. Un silencio incómodo invadió levemente la velada, siendo éste destrozado por una encantadora Nina.
—Bueno, no cabe duda que este par de tórtolos nos sorprendieron. Pero el amor es así, inesperado e inteligente.
Ariadna escuchó aquel comentario de su esposa de lo más irritante e imprudente. Según ella, ¿cómo podía considerar amor una relación con un Priego-Falcó? Elena sonriente asintió y sujetó levemente la mano de su mujer, besando sus dedos sutilmente.
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INDELEBLE
RomanceAmar es una odisea para aquellos que aman y no son correspondidos. Amar es un suplicio para los que están alejados del amor de su vida. Amar es un sacrificio para los que se atreven a sentir. Sin miramientos, esta historia cubre las emociones más co...