Seis meses después...
—¿Podemos volver a analizar los hechos, Elena?
Sugería el analista. Elena ya está recuperada en movilidad, su musculatura con rapidez regresó a su estado habitual. Su vestimenta permanecía tan pulcra como siempre, aunque habían rasgos de informalidad que reflejaban en ella, un cansancio a lo permanente. Había ligereza en ella, mucho más de la que había llegado a tener con anterioridad. Era también la cercanía con una confidente que no miraba con desacierto, ni mucho menos con desplantes de compasión innecesaria. Sí, Elena había despertado de un largo sueño brumoso y todo por ir liberando paso a paso, los kilos de plomo que le envenenaban el alma. No obstante, la empresaria no había vuelto a tomar el timón de su empresa. Daba consejos, sugerencias y posibles soluciones, mas se había negado rotundamente a volver. ¿La razón? Aun no la tenía clara, solamente la vivía y la sentía desde la médula a las ondas expansivas de un sencillo pensamiento.
Asimismo, Juliana había tomado la resiliencia como bandera. Había prometido seguir allí, por más desprecio o desdén que Elena le diese. No renunciaría, así como su esposa no renunció a nada. Había perdonado todo, desde su arrogancia y ego herido al inicio de su relación. Sus celos mordaces siempre presentes, sus ataques de ira desmedida, sus mentiras y engaños. Todo lo había perdonado. Ella lo sabía, porque también acudía a terapia. Daba espacio para pensar, para reflexionar y resguardar su bienestar, al tiempo que reconocía en lo profundo de su ser, el auténtico vestigio de amor recorriendo sus venas a lo largo y ancho de su cuerpo. Juliana había aceptado en estos meses, que no era ella quién para escuchar las verdades sin velos reveladas por su esposa, mas estaba decida a ser el refugio de Elena en cuanto ella lo pidiera. Ser esa que con brazos abiertos la reciba, la apriete a tal grado que fundirse en una sola persona pareciera más que una sola palabra. Juliana tomó el amor como estandarte, era su armadura a la indiferencia. De lejos o de cerca, estaba. Una fiel guardiana de la mujer que tomó sus oportunidades con miedo y temor. Una mujer que se guió por las heridas para no sentirse desprotegida y que en el fondo, luchaba consigo misma para levantarse de cada terremoto. Claro, la imperfección hace al humano lo que es, sin embargo, Juliana reconocía en Elena la valentía y el coraje a diario. Ese que peleaba con capa, espada y escudo contra quimeras empolvadas en su cabeza. Sí, Juliana estaba allí, aguardando. Esperando en el estacionamiento del edificio médico donde Elena estaba tomando su terapia.
Mientras tanto, Elena repetía desde donde venían sus problemas. Tan solo el hecho de nacer la confundía. El discurso de Alejandro mientras la privaba de su libertad, el origen de su historia y el rechazo doloso de su madre.
—La violencia o los golpes no representan nada para mí, mi cuerpo recuperado puede dar testimonio de ello. Pero lo que ví, lo que se me mostró... Lo que escuché, eso no se va. Sé que todos dicen que fueron montajes. Ya incluso los ví, pude ver la evidencia hace un par de meses y apenas así pude ponderar las cosas. Aún no puedo confiar en Juliana, aún no puedo confiar en mí. No sé si estoy segura de querer seguir.
Decía con honestidad, Elena apretaba la mandíbula para contenerse. Los matices de su vida iban de grises a coloridos neones. Luego se transformaban en la nada y la dejaban allí, a expensas del tiempo y el vacío. El terapeuta asentía sin dejar de anotar.
—No solo yo te lo he dicho, también tu hijo y tu hermano, y Nina. Ya viste por tus propios ojos que fue un montaje. Ya investigaste por tu propia cuenta la mínima sospecha que tenías de tu esposa, los detectives privados ya te demostraron que no hay una sola evidencia que pruebe algún contacto entre Juliana y Ariadna. Aquí la cuestión, Elena, debe ser el preguntarte si quieres seguir o no con tu matrimonio.
Aquella última frase congeló a Elena. ¿Era una posibilidad? Se puso de pie de forma inmediata y caminó de un lado para el otro. Desesperada, no llegaba a una conclusión. Él la miraba, lo anotaba y seguía expectante.

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INDELEBLE
Storie d'amoreAmar es una odisea para aquellos que aman y no son correspondidos. Amar es un suplicio para los que están alejados del amor de su vida. Amar es un sacrificio para los que se atreven a sentir. Sin miramientos, esta historia cubre las emociones más co...