XI

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Hace algún tiempo en terapia...

—¿Cómo te sientes Elena?

Elena parpadeó sentada en el diván pulcro y oscuro del consultorio.

—Me siento como idiota, doctor Gil...

El silencio del psicoanalista le indicó proseguir.

—Me he acercado más a Juliana, pero con ese acercamiento aumenta mucho más mi miedo a perderla...

Confesó totalmente transparente.

—¿Por qué?

Elena apretó sus manos para tranquilizarse un momento y aclarar sus ideas.

—Porque tengo muchos defectos, porque al inicio y hasta no hace mucho, fui una verdadera mierda con ella. No hay justificación en el rechazo, era un detonante para mí, sí... Pero nunca hice más por ganarme su amor hasta ahora. Todo este tiempo, la hice sufrir con amenazas y con conductas que únicamente le hacían daño. Chantajearla con su padre o con nuestro hijo para retenerla a mi lado. Fui una basura.

El doctor permaneció en silencio unos segundos para luego añadir.

—¿Cómo fue tu infancia Elena?

La empresaria apretó los labios y soltó aire.

—Dura. Supongo que como la de muchos.

No quiso continuar y el doctor notó una herida profunda en ese lado de su vida.

—¿Has hablado con alguien sobre esa etapa?

Elena negó.

—¿Quieres hacerlo?

Elena volvió a negar.

—De acuerdo, es a tu ritmo.

Y como si fuera revelación, Elena levantó la mano.

—Intentaré hacerlo... Mi infancia fue dura, fui pobre y mi padre fue muy cruel con mi madre y conmigo.

Suspiró la morena con algo de dolor en la voz.

—Mi madre no fue tierna tampoco, su manera de mostrarme interés era por medio de las llamadas de atención. Buscando que con ello mi padre no me diera una paliza después.

Elena hizo puños hasta poner blancos los nudillos, muestra que el doctor pudo catalogar como sufrimiento y rencor.

—Mi padre era un verdadero hijo de puta. Dudo que haya querido a alguien en su vida. Molió a golpes a mi madre y a mi me forjó a palizas. Hubo una noche donde llegó más ebrio de lo normal y...

Sin darse cuenta, Elena comenzó a llorar sin poder controlarlo. El doctor no detuvo su recuerdo, sabía que ese era el parteaguas en la vida de su paciente.

—Quería abusar de mi madre y ella no quería. Su rechazo lo hizo enloquecer y empezó a golpearla brutalmente. Yo tenía 14 años...

Se detuvo y limpió un poco sus lágrimas.

—Se escuchaba tan fuerte cada puñetazo que parecía haberle roto algo... Vi como cogió una navaja que no sé de donde la traía y...

Elena guardó silencio y empezó a sollozar.

—Le di con un sartén en la cabeza hasta dejarlo inconsciente... Y mi madre me miraba detenidamente, y no sé si por amor o por lo que sea, pero me dió un billete de 500 y me echó de casa. Nunca más volví a verlos. No sé si ella vive o si mi padre lo hace, no sé si él finalmente la mató.

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