Una semana después...
—No vine aquí para escuchar ni disculpas ni nada. Vine para saber qué fue lo que le pasó a mi hermana.
Habló Alejo con fuerza y autoridad. Luciana lo miraba con atención, qué hombre tan más hermoso y varonil tenía adelante. No se permitía llorar, no creía que pudiera tener ese lujo con él.
—¿Y por qué vienes conmigo y no con Fausto?
Replicó la anciana sin apartar la vista de ese hombre que para ella seguía siendo ese niño que dejó solo en una noche fría.
—Porque sé que lo sabes y es lo mínimo que puedes hacer.
Gélido. No lo culpaba, ese niño sabía mejor que nadie lo que era el dolor.
—Tendrías que haber ido con él, yo no sé nada.
Alejo apretó el puño y la mandíbula, con ese simple gesto señaló su furia y su increíble parecido con su hermana mayor. Luciana sonrió para su interior, ella sabía las manías de sus dos hijos.
—Es la única forma que tengo para ayudar a mi hermana a sanar y ser feliz. Se lo debemos, tú le debes hacerla sentir valorada y merecedora de amor. Alejandro le debe una disculpa por haber destrozado su confianza y yo le debo mucho por solo ser el hijo de ustedes dos. Es tu única oportunidad para redimir un poco todo el mal que le hiciste.
Luciana suspiró. Tenía razón, pero no quería ahondar en detalles. El expediente claro que lo tenía en su casa, su esposo jamás lo dejaría a la mano de personas dispuestas a vender ese pedazo de papel a las mejores industrias de espectáculos. La mujer se puso de pie y desapareció por unos minutos para volver con una carpeta en la mano. Misma que le entregó a su hijo en silencio.
—¿Lo leíste?
Interrogó Alejo mientras comenzaba con la primera página. Luciana asintió y bebió un poco de té para tomar fuerza.
—Es muy fuerte. Tómalo con calma.
Sugirió y Alejo levantó la vista apenas leyó el párrafo “En muy mal estado, claramente padeció tortura física y psicológica. Fue brutalmente golpeada durante días...” Alejo tragó saliva, sintiendo en su pecho un malestar inconfundible, odio por el perpetuador de semejante acto. Siguió leyendo, viendo las fotografías de su hermana herida. Su cuerpo amoratado en una camilla, su rostro completamente irreconocible. La sangre seca cubierta de sangre fresca.
—No merecía todo lo que le hizo...
Susurró Luciana sin poder dirigir la mirada a ese expediente. Toda su vida pasaba frente a ella, como si este fuera el karma más atroz que le pudieran dar a una persona. Alejo la miro, ¿qué podía decirle? Claro mamá, no se lo merecía. Pero darle la razón no le nacía y decirle mamá, mucho menos.
—¿Por qué le hizo eso?
Luciana suspiró y volvió a tomar un sorbo de té antes de poderle responder a Alejo.
—Alejandro siempre fue un hombre cruel. Nunca imaginé que su resentimiento sería tanto.
Alejo vio las imágenes del sitio en el que su hermana fue apresada. La tapicería de imágenes alteradas de su madrina con Ayamonte. La habitación completa tapizada, incluyendo el piso y el techo. Todo, absolutamente todo contenía imágenes de Juliana con Ariadna. El joven Priego abrió los ojos sorprendido, el nivel de sadismo en esa fotografía podía rebasar lo imaginado.
—La llenó de esas cosas y no solo visibles, hay videos y audios que estuvieron escuchándose todo el día y toda la noche. Y todos haciendo referencia a su esposa. Fausto dijo que la había estudiado para darle en dónde más le dolía.
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INDELEBLE
RomanceAmar es una odisea para aquellos que aman y no son correspondidos. Amar es un suplicio para los que están alejados del amor de su vida. Amar es un sacrificio para los que se atreven a sentir. Sin miramientos, esta historia cubre las emociones más co...