𝐌𝐋 | Levantó ligeramente su mentón y sus ojos se encontraron con los míos con determinación. Tomé una nota poco profesional sobre cómo el color azul cristalino brillaba a la luz, casi como el sol que brilla en el océano danzante. A pesar de ser un...
(ADVERTENCIA: Sangre, Asesinato, Muerte espantosa)
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Sentí un ligero golpecito en mi mejilla y giré la cabeza hacia un lado con un quejido. —¿Qué ha pasado?— murmuré, abriendo lentamente los ojos y encontrándome con un par de ojos azul cristal que me miraban fijamente.
Anakin estaba inclinado sobre mí con una sonrisa divertida. —Te desmayaste—, me informó con indiferencia, fruncí el ceño confundida antes de incorporarme lentamente y sentarme.
Observé mi entorno por un momento, sin recordar por qué me desmayé o por qué estaba aquí. Mis ojos se posaron en un cadáver a mi lado y luego en otro a unos pocos metros. Fue entonces cuando caí en cuenta y mis ojos se abrieron de par en par con horror. —Mierda—, comencé a hiperventilar. He visto como asesinaban a alguien que conocía y ahora estaba cubierta de la sangre de su asesino. —¡Mierda!—, repetí un poco más alto.
—Relájate—, una mano agarró mi barbilla y Anakin apartó mi mirada de los cadáveres para que mis ojos se posaran en sus ojos azul profundo. Tenían un efecto calmante, como el océano cuando te sientas en la playa y ves las olas chocar contra la arena, olvidando las preocupaciones de la vida. —Así fue exactamente como reaccionaste antes de desmayarte, así que cálmate antes de que vuelvas a hacerlo— habló con autoridad, pero su tono seguía siendo suave. —Sólo respira.
Asentí lentamente y controlé mi respiración sin apartar mis ojos de los suyos, como si sólo él fuera la fuente de mi serenidad. —¿Qué está pasando ahí afuera?— pregunté, salió más temblorosa de lo que pretendía. Aún estaba un poco conmocionada por todo lo que acababa de presenciar. Sabía que este trabajo tenía sus riesgos, pero nunca pensé que tendría que pasar por algo así.
Anakin me ayudó a ponerme de pie. —Alguien entró en el centro de control y desbloqueó todas las celdas—, me informó con una sonrisa.
Mis ojos se abrieron más, todos los pacientes de este lugar estaban sueltos. No me extraña que los guardias de seguridad no sean de mucha ayuda, su número no es nada comparado con la cantidad de pacientes que hay en este edificio. —¿Fuiste tú?— pregunté sin aliento, observando su aspecto. Tenía salpicaduras de sangre roja oscura en la parte delantera del mono y un poco en la barbilla.
Negó con la cabeza. —No, pero sé...— sus ojos se clavaron detrás de mí y su mirada se oscureció. Rápidamente me agarró de la parte delantera de mi camisa y me estrechó contra su pecho rodeándome con un brazo. Tan fuerte que hundió mi cara en su pecho, haciendo que apenas pudiera moverme. —Vete— gruñó a alguien que no pude ver.
—No vas a quedarte con esa linda doctora para ti solo, ¿verdad, Skywalker?— una voz masculina resonó desde detrás de mí y mi corazón volvió a acelerarse con preocupación.
—Sí, es mía, así que vete—. Anakin respondió con los dientes apretados, apretando más fuerte su brazo a mi alrededor mientras yo me aferraba más a él para sentirme más segura. Lo cual me resulta extraño ya que es considerado uno de los hombres más peligrosos de este edificio, pero nunca me ha hecho sentir insegura o asustada. De hecho, me ha salvado la vida dos veces y ni siquiera le he dado las gracias.
