𝐌𝐋 | Levantó ligeramente su mentón y sus ojos se encontraron con los míos con determinación. Tomé una nota poco profesional sobre cómo el color azul cristalino brillaba a la luz, casi como el sol que brilla en el océano danzante. A pesar de ser un...
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—¿Esto es normal?— le susurré a Piett, que estaba a mi lado con los brazos cruzados mientras observaba la fuerte discusión que tenía lugar delante de nosotros.
Se inclinó ligeramente hacia mí mientras mantenía la mirada al frente. —Sí, muy normal.
—¿Se van a matar entre ellos?— susurré de nuevo, aunque no estoy segura de por qué ya que incluso él estaba hablando a un volumen normal.
Negó con la cabeza con un ligero encogimiento de hombros. —No, está bien. Resolverán las cosas— se enderezó y ambos volvimos a prestar nuestra atención a la entretenida 'pareja'.
—¿Te acostaste con la stripper, sí o no? No voy a preguntarlo de nuevo, Maul— gritó Aayla mientras sostenía una pistola frente a su rostro, con su dedo inquieto en el gatillo.
Él no parecía afectado ni asustado en lo más mínimo mientras sostenía su mirada en ella de manera desafiante. —Bueno— habló en un tono mucho más calmado que ella. —¿Te acostaste tú con el portero del club Plo?
Ella encogió los hombros con indiferencia. —Quizás.
—Entonces ¡Quizás yo me acosté con la stripper!— su tono calmado fue arrojado completamente por la ventana mientras elevaba la voz. Dando un paso hacia adelante para que su pistola presionara contra la piel entre sus ojos. —Adelante, dispárame Aya, así al menos no tendré que lidiar más con tu comportamiento bipolar.
Aayla continuó mirándolo con odio y empecé a notar como se le humedecían los ojos y le temblaba el labio. —Te odio, maldita sea— se atragantó con un nudo en la garganta antes de soltar la pistola y dar media vuelta para subir corriendo por las escaleras que conducían al segundo piso.
Pasó corriendo por al lado de Anakin, que bajaba luciendo increíble en su traje. —Aya, ¿a dónde...?
—¡No voy a ir!— soltó mientras chocaba su hombro contra el suyo y desaparecía rápidamente al doblar por una esquina.
—Bueno, de acuerdo entonces, joder— rodó los ojos molesto mientras terminaba de bajar los escalones. Pero enseguida su expresión de fastidio se desvaneció cuando me miró a los ojos y sonrió. Su mirada me recorrió de arriba abajo, observando el nuevo vestido por el que tan generosamente había pagado. —Estás hermosa, el rojo definitivamente es tu color— me besó en la mejilla, haciéndome sonrojar mientras lo miraba con pura devoción.
Me tiene bajo un hechizo indestructible.
—Usted tampoco luce nada mal, señor— coloqué la tela de su chaqueta entre mi pulgar e índice, acariciándola poco a poco mientras agitaba las pestañas hacia él.
Al instante me agarró por la cadera; acercándome con urgencia. —Por favor, abstente de llamarme así a menos que quieras que tu vestido nuevo se rasgue, cariño.
Sonreí maliciosamente con un encogimiento de hombros lleno de confianza. —Entonces simplemente cómprame uno nuevo, bolsillos llenos de dinero.
Me miró fingiendo estar ofendido mientras se ponía una mano en su pecho. —¿Eso es todo lo que soy para ti?
