𝐌𝐋 | Levantó ligeramente su mentón y sus ojos se encontraron con los míos con determinación. Tomé una nota poco profesional sobre cómo el color azul cristalino brillaba a la luz, casi como el sol que brilla en el océano danzante. A pesar de ser un...
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—Deberías estar aquí con él...— presioné el botón de finalizar llamada y tiré el teléfono con fuerza sobre el escritorio, deseando que los padres de Jackson dejaran de llamarme. Llamé al doctor cuando despertó y les avisé de que estaba consciente. Luego me fui.
No quería estar cerca de él; es un infiel, un abusador, un manipulador y un mentiroso. Puede que lo haya amado alguna vez, pero esos sentimientos ya no existen. Todo lo que me hizo pasar... poco a poco transformó el amor que le tenía en un profundo odio. Dejé de preocuparme por él hace mucho tiempo, lo único que me mantenía cerca era el miedo.
Pero ya no tengo miedo, principalmente porque está en estado crítico y no puede hacerme daño desde ahí. Además, para cuando salga yo ya me habré ido, viviendo una vida más feliz con alguien que sé que nunca me lastimaría de la misma manera.
El teléfono inmediatamente volvió a sonar, las vibraciones lo hacían temblar y moverse por el escritorio. Esta vez decidí ignorarlo, ni siquiera me molesté en mirar el identificador de llamadas ya que era obvio quién era.
Empecé a leer algunas de mis notas de la sesión de Ahsoka de ayer ya que no tenía nada más que hacer por el momento. No tenía ninguna sesión con ella o con Anakin hoy, de hecho ni deberia estar aquí ya que es mi día libre.
Pero con lo poco que he trabajado últimamente, no necesitaba un día libre extra. Además, tampoco quería estar en casa por si acaso alguno de los padres de Jackson intentaba buscarme.
Un ligero golpe en la puerta de mi oficina me sacó de mis lecturas. Cerré la libreta y me incorporé con un suspiro. —Adelante.
La puerta se abrió lentamente y mi estómago cayó cuando un sonriente Doctor Kenobi entró en la habitación. —Espero no molestar, pero me enteré de que estabas aquí hoy y quería venir a hablar contigo.
Puse una sonrisa falsa para ocultar mi incomodidad y señalé la silla vacía frente a mi escritorio. —Por supuesto que no, siempre eres bienvenido.
Se sentó y se reclinó apoyando las manos entrelazadas en su regazo. —¿Cómo estuvo todo con Ahsoka ayer?
Golpeé casualmente mis dedos sobre el escritorio mientras ignoraba las continuas vibraciones de mi teléfono celular. —Mejor de lo que esperaba. No se abrió tanto como me hubiera gustado, pero confío en que lo hará con el tiempo
Asintió antes de inclinar la cabeza. —¿Y con Anakin?
Tragé saliva haciendo todo lo posible por ocultar mi asco al escuchar ese dulce nombre goteando de su vil lengua. Me enfurece que esté torturando al hombre por el que he llegado a sentir un profundo cariño.
Inhalé profundamente y mantuve mi sonrisa falsa en las mejillas. —Perfecto, como siempre— recuerdos vívidos de cuando me inclinó sobre la mesa llenaron mi mente.
—He notado que tú y él se han vuelto cercanos— insinuó, cruzando los brazos sobre el pecho con una mirada un tanto acusadora.
Seguí actuando con indiferencia, a pesar de que me sudaban las palmas de las manos y empecé a limpiármelas discretamente en los pantalones. —Todo lo cerca que un médico puede estar de su paciente— me encogí de hombros. —He hecho mi mejor esfuerzo para construir algo así como una amistad para ganarme su confianza, y ahora él se abre conmigo. Es eso lo que querias ¿no?— me sorprendió lo segura que soné. Nunca he sido una buena mentirosa.