𝐌𝐋 | Levantó ligeramente su mentón y sus ojos se encontraron con los míos con determinación. Tomé una nota poco profesional sobre cómo el color azul cristalino brillaba a la luz, casi como el sol que brilla en el océano danzante. A pesar de ser un...
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Llegaba tarde, otra vez. Aunque esta vez fue culpa mía. Me quedé hasta tarde mirando mi libreta y riéndome tontamente de las notas aleatorias que Anakin había dejado a lo largo de las páginas. Por no mencionar que era difícil apartar la vista del hermoso dibujo que me había dejado, lo adoraba absolutamente. Fue un gesto dulce y los gestos dulces son extraños para mí.
Así que, como mi mente estaba ocupada por un cierto psicópata de ojos azules, olvidé poner la alarma para la mañana y me desperté tarde. Jackson tampoco se molestó en despertarme cuando se fue a trabajar y sé que sabía que trabajaba temprano hoy. Pero realmente no hemos hablado desde el incidente del baño de ayer.
Sin embargo, aunque iba tarde, aún me tomé el tiempo de detenerme en mi cafetería local y comprarle su café a Anakin. Tiende a estar de mal humor y menos hablador si no se lo llevo; aunque encuentro su mal humor bastante entretenido. —Hola, ¿puedo pedir un café helado de vainilla grande, con extra de azúcar, por favor?
—Por supuesto, ¿Cuánto extra le gustaría? Ya viene con seis cucharadas—, la mujer habló educadamente a través del altavoz.
—El doble.
Se quedó callada por un momento. —Entonces... ¿quieres doce cucharadas de azucar?—, preguntó con incertidumbre en su tono.
Asentí aunque ella no pudiera verme. —Sí, me gustaría saborear la diabetes, por favor—, que es exactamente lo que Anakin va a obtener al beber su café de esta manera. Incluso intenté poner menos de doce una vez y eso no salió muy bien. Aparentemente sabía a 'pis', lo cual realmente no era cierto, pero he aprendido que puede ser un poco dramático.
—Muy bien, llevaré todo a la ventanilla—. Habló con un tono divertido.
—Gracias.
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Entré en el vestíbulo del hospital, pero me detuve cuando noté unos seis policías en el edificio, hablando con el Doctor Kenobi. Afortunadamente, no eran los mismos molestos de antes. Pero, desafortunadamente, conocía personalmente a uno de ellos.
—Jackson, ¿qué está pasando? ¿Qué haces aquí?—, le pregunté a mi prometido cuando se acercó a mí con pasos pesados, provocados por sus pesadas botas de trabajo.
Suspiró y cruzó los brazos sobre su pecho, mirándome con preocupación. —Aparentemente mataron a uno de los guardias nocturnos, una mujer de limpieza lo encontró en el armario de suministros esta mañana; degollado—, hizo un gesto hacia su cuello, indicando cómo habían matado al pobre hombre.
—¿Estás hablando en serio?— Mis ojos se abrieron de par en par y él asintió. Mi mente inmediatamente volvió a la noche anterior, recordando que ni una sola vez vi al guardia caminando por los pasillos. Me sentí mal cuando me di cuenta de que probablemente esa era la razón. —¿Sabes algo?—, interrogué, preguntándome quién podría haber hecho eso y por qué.
