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Shaka y Mu, dos pequeños niños que fueron criados con disciplina y rectitud para convertirse en dos "Omegas" del mas alto valor, sin embargo, todo cambia cuando en el primer celo de uno de ellos, todos des...
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Cap. 33: Mediocre.
Hyoga era un desertor a los ojos de todos. Le miraron arrastrarse fuera de la mansión, pero "a pesar de ser un omega", nadie se atrevió a contradecir a Camus.
A Hyoga ¿Qué le esperaba? Si no recibía atención médica se infectaría su herida y si era reconocido fuera de la mansión tendría una muerte segura. En semejantes condiciones se pensaba que no tenía nada que perder, era un huérfano como muchos otros en esa ciudad echa un caos y sin la protección de Acuario ¿Pensaba tener algún tipo de futuro?
La imagen deprimente del rubio no fue más emotiva que patética, pero Hyoga tenía claro su destino y mientras pudiese caminar, no iba a detenerse, deseaba encontrar a Shun para explicarle que su desaparición no era algo que él había decidido, Camus le había reclutado sin oportunidad de negarse, pero durante todo este tiempo no había hecho nada más que aferrarse a la idea de escapar para encontrarse de vuelta con él.
Algo en su interior le tranquilizaba, sabía que Shun jamás dudaría de él, lo suyo era algo puro, lo amaba más que a sí mismo. Había prometido protegerlo, jamás dejarlo y aunque había fallado, sabía que, si regresaba con Shun podrían aclarar las cosas. Jamás iban a volver a estar separados, a él no le importaba el dinero que aquella familia pudiera darle, ni ganar la fuerza suficiente para servir como cabeza de Acuario cuando Camus se casara con Milo.
Él sólo quería amar a Shun durante todos los días que le quedaran de vida. Alejarse a un lugar solitario, estar unidos, tener una familia y hacerlo muy feliz.
.*.
Mu se hundió en la tina, parte de su piel estaba enrojecida, su trasero le dolía horrores y en sus piernas blancas podían verse marcas de los dedos de Saga, habían ocurrido lo mismo en otros celos, pero esta vez era diferente. Había pasado por alto la naturaleza primitiva de su condición. Ser enloquecido de aquella forma le había causado una inmensa inseguridad... otra vez.
— Mu, voy a pasar. — Saga dio unos toques a la puerta y tras unos segundos ingresó al baño. Observó al Omega, pero este parecía no haber notado siquiera que acaba de entrar. Con las piernas encogidas y rodeadas por sus brazos, parecía bajo el agua, mucho más pequeño y frágil. — Es mejor que salgas ahora, el agua estará fría.
Cuando Mu levantó la mirada para verlo, pudo notar las lagrimas acumuladas en sus pestañas. Los ojos, las mejillas y la nariz roja.
— Estoy bien, déjame estar un poco más aquí.
Contacto cero, Mu podía ser así de radical. Saga estuvo a punto de retirarse, dejar la toalla a un costado y salir del baño, pero sintió que si hacia eso, la distancia que había empezado a crecer entre ambos, terminaría por alejarlos de una forma irreversible. Además, estaba el hecho de que... tenía que salir y presentar respeto a los restos de Shion y Dohko. Casi una semana, después del fallecimiento, les había tomado a ambos ser conscientes de que el celo de Mu les había privado de asistir a la ceremonia luctuosa.