-Semana de abstinencia-

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Fueron varios días de viaje hasta que por fin llegamos a la Posada Wangshu, faltaba poco para anochecer asi que nuestra estadía no será demasiado larga.

— Estamos a punto de llegar a nuestro destino Jean.

Desde que salimos de Mondstadt el viaje se ha vuelto un poco incomodo y no es para menos.

— Haremos contacto con Kaeya en el lobby de la posada y luego volveremos a estar por nuestra cuenta.

¡Casi chapulineo al señor Diluc!

Estuve a nada de tenerle que decir: 

"Sali con tu mujer".

Y aunque me gustaría aclarar este malentendido lo más rápido posible, primero debemos enfocarnos completamente en nuestra misión.

— No me gusta que sea asi, pero también recuerda que debes tratarlo de una forma... despectiva.

— No te preocupes Jean, me asegurare de tratar a Kaeya de forma que nadie sospeche nada.

No es algo de lo que me jacte, pero soy un vasto conocedor a la hora de tratar despectivamente a los individuos con exceso de melanina en la piel.

Y eso es gracias a mi abuelo y a que una vez tuve que exponer acerca del racismo en mi escuela.

Desafortunadamente nadie me dijo que debía de exponer en contra.

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Estacione la carreta en un costado de la parte baja de la posada y ayude a bajar a Jean antes de dirigirnos a la recepción.

En la recepción sentado en uno de los sillones del costado, se encontraba Kaeya quien vestía un traje de mayordomo. 

Al vernos este se acercó a nosotros y se arrodillo sobre una rodilla ante Jean.

— Es un gusto verla de nuevo sana y salva mi señora. Esper-

Antes de que pudiera terminar su oración, golpee su torso con la espada haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

— Conoce tu lugar y espera a que tengas el permiso de hablar, ESCORIA.

Kaeya se limitó a volver a su posición original y agachar la cabeza.

— Espero que hayas cumplido con todo lo que te he ordenado que hicieras. 

Jean hablo con un tono frio.

— Si señora, he cumplido diligentemente con mis tareas asignadas. — Kaeya saco unas llaves de su bolsillo para ofrecérmelas. — Sus habitaciones están en el último piso, son las mejores que puede ofrecer esta posada.

— Ya veo... T/N acompaña a Kaeya hasta el carruaje y trae "mi tesoro" a la habitación.

— Entendido.

Kaeya y yo llegamos hasta donde estaba estacionado el carruaje que nos llevaría a Mondstadt.

Resguardados en una pequeña, pero fina caja con un par de candados se encontraban el par de pendientes.

— T/N hay algo que debo decirte.

Antes de salir del carruaje, Kaeya llamo mi atención.

— Solo quiero decirte que nada de esto fue idea mía, Lisa me amenazo con terminar como Porthos si es que no les hacía caso.

— ¿Que? ¿Terminar como Porthos? ¿Qué hiciste? 

— Lo siento T/N, admito que en un principio te tuve algo de envidia, pero ahora me doy cuenta del peso que cargas. No es de extrañar el porque te llevas tan bien con mi hermano.

Una aventura en Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora