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Al llegar a casa busqué la forma de investigar más técnicamente sobre el deporte... Doble axel, Camel, Salchow... Aquello me sonaba a chino. Tomé una libreta para apuntar los extraños nombres y así buscar vídeos de todos y cada uno de ellos. Aquellos videos... No sabía exactamente dónde me había metido, ¿cómo iba a ser yo capaz de dar esas vueltas? No puede ser cierto. Llevé las manos a mi cabeza sabiendo que aquello iba a ser complicado. Aquellas piruetas, patinando de esa forma de espaldas y todo sin perder ni un momento el estilo, la elegancia y lo más imporante, el equilibrio.

Una ola de aplausos saliendo de los altavoces de mi ordenador llamó mi atención. Alcé la vista para ver qué ocurría en el video y alcancé a ver un sereno rostro de perfil, rostro bastante familiar. A continuación sólo podía ver su cuerpo danzando incesantemente con el hielo, una espalda ancha, una cintura pequeña... Se me hacía familiar, demasiado. Únicamente hizo falta que su cuerpo se girara parcialmente para observar el pacífico rostro de SungHoon lleno de concentración, de ligereza. Parecía estar volando, sus manos orquestando virtuosamente de la misma liviana forma, moldeando el aire a su alrededor. Sus facciones se hacían más dolorosas según la música avanzaba, vueltas y vueltas, su rostro se iba asemejando a La Pasión de Miguel Ángel. Aquello era una verdadera obra de arte para ver. 

El baile cesó y su postura era tan anormalmente incómoda que nuevamente recordaba al pulcro mármol expuesto en cualquier museo. Su espalda se retorcía como el Laocoonte escapando de las serpientes y su semblante era tan pacífico como el Caminante en en Mar de Nubes de Friedrich. Mi corazón latía con fuerza y mi mente perecía en aquella incesante sinestesia de obras de arte. Mis vellos se volvieron a erizar mientras que mis pupilas se hacían cada vez más grande. No sabía con certeza qué me provocaba ver aquellas expresiones tan arcaicas, aquellas posiciones tan pétreas y aquellos movimientos tan ligeros, no sabía si era él, el arte, o el arte de ser él, pero me sentía enferma. Enferma de Stendhal

Me encontraba frente al espejo, buscando el ángulo áureo en mis movimientos

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Me encontraba frente al espejo, buscando el ángulo áureo en mis movimientos. Buscaba hacerlos igual de atractivos y adictivos como los de SungHoon, quería sorprenderle de buena forma, no por un estrepitoso fracaso. Sentía que repetía los movimientos constantemente, era una especie de mimesis conmigo misma, y todos sabíamos que la mimesis no activaría el genio en mi interior.

Entre bufidos me lancé a la cama, escondiendo mi rostro entre los miles de peluches que se posaban sobre esta. Pataleé con mis piernas el aire con frustración, me había metido en camisa de once varas a sabiendas de que jamás sería capaz de hacerlo como un profesional a este paso. Quizá estaba siendo muy radical conmigo misma, acababa de empezar y ni siquiera había podido poner un pie en la pista. No sabía si sería de verdad un fracaso o si simplemente me estaba construyendo límites antes de intentarlo. 

Me di la vuelta en la cama, levantando mis brazos hacia arriba y volviendo a coordinar los movimientos de mis manos. Una pequeña arruga mullida se formaba bajo mis muñecas, haciendo que me incorporase con rapidez. Mis muñecas debían ser más pequeñas y más delicadas para poder hacerlo bien. El peso del arrepentimiento y del fracaso comenzaban a caer sobre mis hombros. Me levanté de la cama y volví a colocarme frente al espejo. Había visto todos los videos que podía sobre patinaje artístico y todas las chicas parecían tener un cuerpo moldeado por el mismo Hefesto. Eran pequeñas, delicadas, eran pequeñas Pandoras

Mi cuerpo era de complexión media. Un cuerpo que podría denominarse "normal", pero por muy normal que fuera, no parecía ser adecuado para el deporte que me involucraba. Suspiré derrotada y entonces recordé a SungHoon y su gran similitud con cualquier obra de arte habida y por haber. Parece que dos cables se cruzaron en mi mente cuando al mirarme con detalle frente al espejo mi mente reflexionó:  "Si ellas son pequeñas Pandoras, han sido moldeadas, han sido obligadas a mantenerse en pie sobre la cabeza de un alfiler. Sin embargo, tu eres una Afrodita, eres natural, libre y por supuesto no estás bajo el yugo de ningún estándar." 

La actitud estaba, sólo faltaba la aptitud. Más segura de mí misma, me propuse alimentar mi conocimiento sobre aquel deporte al día siguiente cuando por fin lo viera puesto en escena. No sabía cómo enfrentar el día siguiente a decir verdad: Llegaría a la universidad, estaría con JungWon hasta  que la hora de la extraescolar llegara. Comencé a contar las horas con mis dedos y parecían interminables.

—Primera, segunda, hora libre... cuarta, comer... Extraescolar. 

Me quedé mirando fijamente un punto en mi habitación "querido hipocampo, más te vale haber hecho bien tu trabajo memorizando". Me encogí de hombros y me dirigí a la cama, esta vez para quedarme en esta definitivamente, hecha una pequeña albóndiga con la sábana. Debía descansar, el día siguiente sería agotador.

New Year's Day. -Park SungHoon y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora