"Cɑndle wɑx ɑnd Polɑroids on the hɑrdwood floor. You ɑnd me forevermore."
La rama del patinaje artístico nunca le había llamado la atención, no hasta que se dejó deleitar por los ligeros y livianos movimientos del castaño. Aquel chico dominaba la pi...
Al terminar mi turno en la cafetería me dirigí con ilusión hacia la tienda de deportes más cercana. Entré con grandes esperanzas, pretendía encontrar los patines más bonitos del mundo para aprender a patinar y guardarlos con todo el amor del mundo cuando comprara otros. La realidad fue otra: los patines más bonitos costaban dinero que yo no tenía por suerte o por desgracia. Podía comprármelos, claro que podía, pero no iba a tener suficiente dinero para pagar otras cosas o la largo del mes. Entre suspiros pesados opté por comprar unos blancos pero pulcros patines. Algo me decía que de todos los colores que había debía coger el blanco, el más simple. Me transmitían una muy buena energía, tanta que no pude evitar llevármelos.
Saliendo de la tienda buscaba un lugar donde estrenar mis patines, pero todos se encontraban cerrados y abrían en horarios completamente imposibles para mí. Miré la hora con detenimiento, tratando de recordar el horario del polideportivo de la universidad y una pequeña bombilla se encendió sobre mi cabeza: El entrenamiento había acabado hace una hora y nadie solía quedarse a ensayar. Me dirigí sin perder tiempo a la universidad, quería tener suficiente para probarlos e intentar avanzar lo máximo que pudiera, quizá moverme unos metros. El gimnasio estaba abierto, sólo necesitaba pedirle la llave al de mantenimiento. Le mostré mi permiso como miembro del club de patinaje y me la entregó con la condición de devolverla antes de las 9 de la noche, aquello no iba a ser un problema.
Comprobé que el pabellón estuviera vacío al completo, me negaba a hacer el ridículo delante de nadie. Me acerqué a los famosos y muy nombrados bancos que había frente a la pista de patinaje casi dando saltos, la ilusión salía por cada poro de mi piel. Dejé las cosas a los pies del banco y saqué ambos patines, volviendo a colocarlos en mis pies, esta vez atando con fuerza sus cordones, sintiendo como estrangulaban mis piernas por la fuerza con la que lo había hecho. Me puse en pie y me acerqué a la pista, agarrándome a la barra como si mi vida dependiera de ello. Mis pies se movían con gran ligereza sobre el hielo, ahora entendía por qué sus movimientos parecían casi flotantes.
Miraba los patines fijamente y el movimiento que seguían según la fuerza que ejerciera contra el hielo. Investigué la forma de frenar pero tenía poco efecto al no tener movimiento. Aún agarrada a la valla, comencé a deslizarme por el borde de la pista, practicando el clásico movimiento de pies, derecha, izquierda, derecha, izquierda...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SungHoon's POV:
A diario solía aprovechar cuando todos se iban del club para practicar de forma más tranquila y libre la coreografía con la que me presentaría al campeonato. Me acerqué al conserje para pedirle las llaves y él me avisó que ya había alguien dentro. Aquello me causó extrañeza ya que nunca había nadie. Me dirigí con rapidez al pabellón esperando encontrarme con Winter allí pero me paralicé al completo al encontrarla allí, tratando de mantener el equilibrio de una forma jodidamente adorable sobre el hielo.
La observaba con detenimiento, daba pequeños pasos, ni siquiera deslizaba los patines. Tenía una adorable sonrisa plasmada en mi rostro y es que no podía evitar pensar en la ternura que me causaba ver como a pesar de todas las pegas de Winter ella de verdad estaba demostrando que sí quería estar en el club. Mis ojos brillaban con cierta ilusión y mi corazón... Mi corazón latía con fuerza, sentía que cada vez que latía se hacía más grande y me dejaba un gran hueco cuando se contraía. Me faltaba el aire, pero no de forma desagradable, era una presión intensa en el pecho que me obligó a llevar la mano al mismo y sentir mi corazón acunandose en mi mano.
¿Qué estaba pasando? No lo sabía. Hacía casi un mes que no había tomado ansiolíticos, sin embargo mi corazón seguía yendo a mil. ¿Acaso es este el famoso cliché de los enamorados? Sienten... ¿Mariposas? En el estómago y el corazón late con fuerza... La pregunta era ¿Yo estaba enamorado? Claro que no... ¿Qué sandez era esa? Una sandez de la que me era imposible apartar la mirada.
Los ansiolíticos no me causaban aquella "taquicardia", lo que me causaba esta constante irregular en el corazón era ella. No necesitaba más ansiolíticos si ella estaba ahí para curar mi ansiedad, no los necesitaba si ella hacía mi corazón latir igual pero de forma agradable... Ella me estaba curando.