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Al día siguiente me encontraba en efecto trabajando en la cafetería. Era una tarde tranquila, normalmente entre semana no había mucho ajetreo, por lo que me encontraba sumida en mis propias ensoñaciones sobre el día anterior. Aquel abrazo lo había significado todo para mí, pero la forma en la que nuestras manos jamás dejaron de tocarse fue lo que necesitaba para aclarar mis pensamientos. 

Un pequeño halo de luz entró por la puerta, es decir, llegó JungWon a la cafetería. Tomó asiento donde siempre solía hacerlo y se inclinó sobre la barra para susurrarme nuevos rumores que se habían expandido por ahí, entre ellos, que SungHoon y yo estábamos saliendo y que se nos vio besándonos en el pabellón, cosa realmente falsa.

Eso no fue así, JungWonnie. Por fin me compré los patines y busqué un lugar donde empezar. Como sabía que el pabellón estaba abierto, fui y luego llegó él, que me estuvo ayudando a patinar. 

La cara de JungWon era de incredulidad al completo, cosa que no entendía cuando obviamente iba con la verdad por delante. Le miré con los ojos achicados fijamente al igual que él y ambos rompimos en una divertida carcajada. 

¡Enseñáme los patines! No lo hiciste.

Saqué mi teléfono del bolsillo del delantal y se los enseñé. Tampoco hacía falta observarlo con tanto detenimiento teniendo en cuenta de que eran blancos lisos. Cuando JungWon iba a hacer un comentario la puerta se abrió  y yo volví a mi lugar. Mi corazón dio un enorme vuelco al ver a SungHoon allí, frente a mí, en la puerta. No sabía si chillar o morirme de la vergüenza. Venía muy cargado, cosa bastante sospechosa a mi parecer. 

JungWon se giró a mirar a SungHoon y automáticamente a mí, lenvantando y bajando sus cejas rápidamente para intimidarme. HeeSung me dio un suave golpe de cadera mientras me sonreía de forma traviesa. Si seguían así iba a enrojecer en apenas cuestión de segundos. Iba a hablar, estaba dispuesta a hacerlo e iba a tratarlo como a cualquier cliente pero él se adelantó. 

Conque trabajas aquí...—Yo asentí a su pregunta.— Por fin la he encontrado, es la quinta cafetería en la que te busco.

Abrí mi boca de forma sorpresiva. SungHoon rio por mi expresión tan "exagerada" y JungWon aguantó sus carcajadas como pudo, para entonces ambos estábamos rojos: Él de aguantar la risa y yo por la respuesta que me había dado SungHoon. Hoon se sentó junto a JungWon y miró la carta de cafés. 

Mmmm, tomaré... Un Americano, por favor. —Dejó la carta nuevamente en la barra y me miró fijamente.— Y también un poco de tiempo de la camarera cuando su turno termine. 

Pestañeé unas cuantas veces seguidas asimilando lo que acababa de decir y me giré hacia HeeSung. Él rio bajito, tratando de disimlar, pero al desviar su mirada hacia Hoon lo encontró mirando fijamente hacia mí. HeeSung se acercó más a mí, posó una mano en mi cintura únicamente para mantenerme cerca y me susurró en el oído. 

No te quita ojo de encima... Quién pudiera verte así. 

Mis ojos se abrieron como platos y me separé mirando con curiosidad a HeeSung, ¿qué quería decirme con eso? Me giré hacia SungHoon y todo pequeño rastro de felicidad de su inexpresivo rostro había desaparecido. Me apresuré en prepararle el café, mejor eso que ponerme a pensar ahora. Incluso JungWon se había quedado en completo silencio después de eso... Y eso era raro.

Al terminar mi turno finalmente pude colgar el delantal

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Al terminar mi turno finalmente pude colgar el delantal. Para entonces JungWon ya se había ido y solamente quedabamos HeeSung, SungHoon y yo en el local. Me acerqué a HeeSung para preguntarle si necesitaba ayuda antes de que me fuera y él simplemente me "echó" diciendo que tenía un caballero esperando en la puerta por mí. Le di un golpe en le brazo entre risas y me despedí de él para salir tras la barra. SungHoon se levantó con rapidez para recibirme e instantáneamente entrelazó nuestras manos, tirando un poco de mí. Me guió a través de unas cuantas calles casi a ciegas.

¡Hoon, calma! ¿Dónde me llevas con tanta urgencia?
—Allí.

Señaló el polideportivo municipal con su dedo índice y yo le miré confusa. ¿Me había traído al polideportivo cerrado? Antes de que tuviera tiempo de añadir algo más, sacó unas llaves de su bolsillo en las que ponía "POLI" en una chapa. Me congelé en ese mismo momento, ¿tenía la llave del polideportivo?

Como soy patinador artístico profesional... Tengo la llave en caso de que tenga que entrenar hasta tarde o preparar cosa desde muy temprano. Hay cámaras de vigilancia así que podemos estar tranquilos. No creo que entre nadie, pero si lo hacen... Hay guardias cerca. 

Hoon volvió a tirar de mí hacia el interior, abriendo la puerta para dejarme pasar primera y guiándome hasta una pista incluso más grande que la que teníamos en la universidad. Quedé fascinada por la grandeza del lugar, aquella era mucho más segura que la del club y tenía las típicas barreras con cristales para separar al público de la pista. Me acerqué a la pista observando con detenimiento. 

—Es increíble pero... No traigo los patines. 

SungHoon se acercó a mí y tiró de mi manga suavemente. Le miré para ver qué ocurría y extendió una mochila hacia mí, la cogí y al abrirla me encontré con mis patines. SungHoon estaba rojo, avergonzado. Abrió su boca para excusarse, pero en cambio sólo explicó con detenimiento.

—Yo... Los cogí de tu taquilla... Quiero decir. Sabía que vendríamos y... pues... Lo siento.

Dejé escapar una pequeña risa negando y di una suave caricia en la cabeza de SungHoon, logrando que mis dedos cosquillearan y su cuerpo sufriera un pequeño espasmo en forma de escalofrío. Tomé mis patines y se los enseñé "presumiendo".

—Venga, ponte los patines. Vamos a practicar antes de volver a casa. 

Y una vez más, ambos con nuestros patines puestos y nuestras manos entrelazadas, nos deslizábamos por el hielo. 

"Querido SungHoon, aférrate a los recuerdos, ellos se aferrarán a ti."

New Year's Day. -Park SungHoon y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora