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Lali.

Es viernes por la mañana, y Marcus no parece tener intención alguna de torturarme este fin de semana así que comienzo a alegrarme. Con suerte podría pasar mi día en completa tranquilidad y cumplir con mis compromisos de fin de semana con mis amigas.

El día trascurre sin inconvenientes, Euge parece demasiado entusiasmada de que vaya a asistir a su fiesta así que realmente espero que Marcus no decida darme un compromiso de último minuto.

Intento pasar mi día lejos de su vista, me refugio en mi habitual sala abandonada, y paso cerca de dos horas intentando terminar una de las canciones en las que me encontraba trabajando.

Cuando al fin me atrevo a salir, me mantengo con mis ruegos de continuar con mi fin de semana en libertad, y no aparto el pensamiento mientras camino hacia la oficina de mi representante.

—¿Querías verme? —inquiero cuando llego a donde se encuentra.

—Sí —dice acomodándose en su silla—. Es fin de semana, y espero que no te metas en problemas.

—Haré mi mayor esfuerzo.

—Lali...—el tono de advertencia que usa me hace resoplar—. Si vuelves a pasar el límite nos veremos obligados a...

—A usar medidas que no me gustarán —termino la frase por él—. Lo sé, me lo has dicho incontables veces.

El hombre asiente, se incorpora de su asiento y rodea el escritorio.

—Eres como mi hija, aunque a veces lo dudes —asegura—. Tu padre me contrató por algo, y lo único que deseo es que estés bien, Lali. No puedes pretender que esté tranquilo sabiendo que vas por la vida cruzando los límites.

Me trago las ganas que tengo de decirle que no tiene de que preocuparse.

—Es la fiesta de Euge hoy por la noche —murmuro y él eleva una de sus cejas—. Prometo que no haré nada tonto.

Marcus asiente.

—De acuerdo, aún confiamos en ti —dice tensando las comisuras de sus labios en una sonrisa—. No nos obligues a dejar de hacerlo. Recuerda, Lali, estamos del mismo lado.

El tono que emplea es suave, pero por alguna razón la siento como una advertencia demasiado seria para mi gusto.

—De acuerdo. Adiós, Marcus —me despido—. Disfruta de tu fin de semana.

—No me provoques pesadillas, Lali —advierte con una leve risa—. Hablo en serio.

Sonrío elevando uno de mis hombros y me marcho. No encuentro a Euge al salir, así que le envío un mensaje de texto confirmando mi asistencia, y salgo del edificio.

Conseguí que mi equipo de incansables guardias de seguridad no viniese conmigo, tuve que llamar a Marcus y decirle que no planeaba convertir la fiesta de mi amiga en un escándalo y asegurarle que no tomaría demasiado alcohol

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Conseguí que mi equipo de incansables guardias de seguridad no viniese conmigo, tuve que llamar a Marcus y decirle que no planeaba convertir la fiesta de mi amiga en un escándalo y asegurarle que no tomaría demasiado alcohol.

365 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora