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Lali

Seis meses después...

El estadio de TD Garden, en Boston, Massachusetts, está a reventar. Todos los asientos están ocupados, no hay ni un solo espacio que se encuentra vacío.

Es un juego esperado, el primero de la temporada de los Boston Bruins contra su principal competidor, los Florida Panthers.

Miro a Peter, se mueve nervioso por el espacio de los vestidores. Todos sus demás compañeros están hablando cortamente con sus parejas o familiares, los Boston Bruins permiten cierto tiempo ante de los juegos para que sus jugadores se relajen un poco hablando con sus "personas especiales", así que aquí estoy, sintiéndome tan orgullosa de mi chico.

—No estés nervioso, lo harás excelente —pronuncio con una sonrisa —te has preparado muchísimo en estos seis meses, cariño.

—Con suerte me dejen en la banca —dice con una mueca.

Sonrío con comprensión, me acerco a él y paso las manos por la tela del uniforme, luce tan apuesto, a pesar del aire de nerviosismo que emana de él y lo hace lucir como un pequeño niño en su primer día de escuela.

Han pasado seis meses desde su recuperación, lleva tres entrenando con los Boston Bruins, pero este será su primer juego oficial. Peter decía que no había muchas posibilidades de que lo colocaran sobre el hielo debido a que era el "novato" dentro del equipo, pero yo mantenía la esperanza de verlo en acción.

Peter ha recuperado su habilidad y su velocidad sobre el hielo, logré ver dos de sus partidos simulados y en todos ellos fue siempre el Peter feroz detrás del disco.

—Mantente positivo —coloco las manos sobre su pecho y me acerco —estuviste increíble en los partidos simulados, ellos querrán verte en acción.

Asiente, pero la mirada nerviosa no desaparece. El médico de Peter había dicho que a pesar de que estaba recuperado en un cien por ciento, debía evitar a toda costa un segundo golpe como el que sufrió porque en esta ocasión, podría no tener tanta suerte.

—¡Hola de salir, señoritas! —grita el entrenador de Peter ya que todas las que nos encontramos dentro de los vestidores somos mujeres.

El nerviosismo explota más fuerte en la mirada de Peter y sonrío antes de colocarme en puntillas, y alcanzar sus labios.

—Ve con todo, chico bueno —le dedico un guiño y él me responde con una sonrisa.

Salgo cuando las demás chicas también lo hacen, me abro paso hasta la salida en donde Jorge y un guardia más esperan por mí, y luego caminamos hasta nuestros asientos.

Grecia ya me espera en las gradas, había viajado junto conmigo para ver el primer juego de su hermano, y detrás de ella el Chino, Agustín, Ursula y Lucia. Ellas lanzan un grito en cuanto me ven y señalan los asientos vacíos que nos pertenecen.

—¿Cómo está Peter? —inquiere Agustín —¿El chico bueno está nervioso?

—Más que nervioso —admito —dice que seguramente lo dejarán en la banca.

—Imposible —dice el Chino —necesitan verlo en acción, seguramente le dan un buen tiempo de juego.

Peter no jugaba como central, según lo que me informó, era jugador defensa. Si el Chino tiene razón y le dan un buen tiempo de juego, es su oportunidad para demostrar de que está hecho.

La música característica de inicio de juego se deja escuchar, los primeros en ingresar son los jugadores del equipo contrario. Los Florida Panthers.

Los gritos se vuelven fuertes, olas de exclamaciones en apoyo y la voz por los altavoces presentando al equipo resuena hasta en el último rincón del estadio. Cuando es el turno de los BB de ingresar, el público parece enloquecer.

365 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora