365 días

6

Peter.

Sabía que Timmy tenía algo en mente, lo supe desde que se mostró tan entusiasmado desde hace algunos días.

Salgo del hielo tomando un suspiro, me deslizo sobre mis patines hasta tocar la losa y me coloco los protectores que Frank me extiende.

—Buena jugada —dice con una sonrisa—. Cada vez mejoras más.

—Lo sé —respondo con orgullo.

Tomo una inhalación caminando hacia los vestidores.

—Timmy te espera —informa caminando detrás de mí—. Está en las oficinas. Dice que tiene algo importante para ti.

—De acuerdo —cuando llego a los vestidores, tomo asiento en una de las bancas para conseguir quitarme los patines. Muevo los dedos que se sienten aliviados de haber sido liberados de la presión del patín y me incorporo.

Tomo mi cambio de ropa del casillero, sé que Timmy espera por mí, pero decido darme una ducha antes. Los vestidores están casi vacíos así que el sonido del agua corriendo es lo único que se escucha.

Soy rápido, no me demoro demasiado y cuando vuelvo, mi celular se ha invadido con varios mensajes. Tengo un par de textos de mamá preguntando si iré a casa esta semana, y otros de Liana.

Decido abrir el mensaje de mi chica, sonrío cuando miro la imagen de la comida que me ha enviado, Liana ama cocinar, desde que nos mudamos juntos se ha encargado de preparar la más deliciosa comida, si no fuese por los extensos entrenamientos estoy seguro que me hubiese convertido en una persona con sobrepeso desde hace mucho.

Le respondo que probablemente llegaré con un par de horas de retraso, porque si lo que Timmy tiene por decir es tan importante, no saldría pronto.

Tomo la mochila deportiva y guardo todas mis cosas.

—Hey, chico bueno —resoplo cuando la voz de Arthur se escucha—. ¿Tienes planes para hoy en la noche?

—No me llames de esa forma, idiota —mascullo—. Y sí, iré al cine con Liana.

Arthur Jonson, mi mejor amigo desde hace seis años. Comenzamos con el hockey al mismo tiempo, y fuimos reclutados por los Halcones Rojos en el mismo año, desde entonces hemos creado una amistad casi de hermanos.

—Pues eso es lo quieres, ¿no? —inquiere deshaciéndose de sus patines—. El chico bueno del hockey. Liana debe de estar orgullosa.

Resoplo con molestia, me acomodo el cabello con una de mis manos eliminando las pequeñas gotas de agua que aún permanecen en él y hago el ademán de marcharme.

—Eh, pero que humor —reclama riendo—. ¿Timmy te ha llamado?

Emito un sonido de afirmación, me llevo una pastilla de menta a la boca que he recuperado del empaque de la mochila y lo miro.

—Deberías llamar a tu representante —le recuerdo—. La temporada de fichaje se acerca.

Timmy Benson es mi representante desde hace tres años, cuando comencé a coger un poco de popularidad, necesitaba de alguien que supiera crearme relaciones y buscara oportunidades para conseguir entrar en los equipos más reconocidos de hockey.

Todos los chicos del equipo teníamos uno distinto, nuestro entrenador nos lo había sugerido y recordado desde que comenzamos con los partidos importantes.

Arthur chasquea la lengua.

—Mi representante renunció —dice y giro hacia él.

—¿Qué?