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Lali

Hace una semana que no he vuelto a ver a Peter. No fui el siguiente martes a nuestro encuentro en la cafetería, y tampoco asistí el jueves. Me llamó más veces de las que puedo recordar, y dejo varios mensajes que no me molesté en leer.

Me concentré en los ensayos, en terminar mis composiciones y en tener listo el nuevo material que Marcus requería.

Las escasas tomas que los reporteros tomaron cuando estábamos saliendo del café fueron colocadas en algunos programas, todos alababan como Peter "cuida de mi" o "lo atento que luce conmigo". Ugh, si tan solo supieran la verdad...

—Han estado saliendo, ¿cierto? —inquiere Marcus cuando terminamos la sesión de ensayos programada—. No se ha hablado otra vez de ustedes.

—No estaremos en las noticias siempre —me excuso pasando la suave toallita por mi rostro.

—Lali, ¿realmente crees que no sé que has dejado plantado al chico dos veces? —inquiere cruzándose de brazos.

—¿Qué? ¿Cómo...?

—Tengo ojos en todos lados —me recuerda—. ¿Qué pasó? ¿Quieres que los abogados de Peter nos demanden por incumplimiento de contrato?

Resoplo. Tomo la botella de agua para darle un sorbo, el líquido me refresca mientras me preparo para enfrentar lo que sea que Marcus tenga para decir ahora.

—Te hice una pregunta —insiste.

—Dijo que me merecía lo que ocurría conmigo, y que las revistas tenían razón, que no era más que una maldita niña egocéntrica.

Marcus arquea la ceja.

—Y luego ella me dio una bofetada —volteo cuando reconozco la voz ingresando a la sala—. Así que creo que estamos a mano, super estrella. Y nunca dije que lo merecieras.

Resoplo enfadada.

—¿Qué hace él en mi sala de ensayos?

—¿Tu sala? ¿A caso tiene tu nombre? —inquiere acercándose.

—Marcus dime que puedo darle otro golpe y eso no me va a ocasionar una demanda —casi suplico a mi manager.

El hombre se quita las gafas y nos mira a ambos.

—Tú —señala a Peter con sus lentes—. Si vuelves a llamarla niña egocéntrica tendremos problemas, y tú —ahora me mira— no lo golpees otra vez porque si puede ocasionar una demanda.

—Eso no responde a mi pregunta de que hace él aquí —me cruzo de brazos.

—Salidas en público, ¿lo olvidas? Y deben comenzar a mostrar afecto, civilizados y enamorados —dice con una sonrisa—. Debemos comenzar a vender su imagen de pareja feliz y enamorada, han tomado demasiado tiempo.

—Ahí tienes, super estrella —dice Peter—. Así que apresúrate que tengo una reservación en un restaurante y si sigues así de lenta, vamos a perderla.

Entorno los ojos hacia él, Peter recibe la mirada con una sonrisa y señala su reloj.

—Tengo que darme un baño —informo—. Así que esperarás.

Es su turno de resoplar, pero no pone objeción, por el contrario, camina hasta una de las sillas y se deja caer con desgana sobre ella.

Marcus y yo compartimos una mirada, el hombre luce más que divertido. Se acomoda las gafas sobre el puente de su nariz y se acerca para dejar unas palmaditas en mi espalda.

—Ya escuchaste, super estrella, date prisa que tu chico te espera.

—No es mi chico —reclamo con molestia.

365 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora