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Lali

Han pasado cinco meses desde que mi gira comenzó, cinco meses en donde la única comunicación que tuve con Peter, fue por medio de video llamadas, mensajes de texto, y largas horas al teléfono intentando sentirnos cerca.

Hace cuatro meses que se mudó Boston, y en todo ese tiempo me ha mantenido al tanto de su vida en la gran ciudad. Me envía fotos de su entrenamiento, y he podido seguir algunos de sus partidos televisados, los Boston Bruins fueron campeones de la liga NHL y justo ahora comenzaban a prepararse para los juegos de invierno.

Virginia fue el último estado en el que me presenté, la gira, a pesar de ser extremadamente agotadora, también fue sin duda la mejor de los últimos años. Disfruté cada segundo a pesar del agotamiento de mi cuerpo, y ahora, en la época decembrina, me sentía bien de volver a casa.

Mi padre arrastra la maleta hasta el interior de la casa, mamá, Valentin y la abuela Beatrice ya se encuentran ahí para recibirnos.

—¡Mi niña! —mamá es la primera en acercarse. Sonrío aceptando el abrazo emocionado que me ofrece y me siento reconfortada de estar en cada —te eché tanto de menos.

—Yo también te extrañé mamá —admito cuando nos apartamos —fueron cinco meses larguísimos.

—Ni que lo digas —concuerda —parece que fue una eternidad que dejé de verte.

—Ya, deja que nosotros también le demos su recibimiento —reprocha Valentin acercándose. Está más alto que la última vez que lo vi y ahora lleva un arete en su lóbulo izquierdo.

—Parece que cada vez adquieres más apariencia de una super estrella de Rock —lo molesto.

Mi hermano me rodea con sus brazos, su torso es más firme así que no me cabe duda de que ha estado trabajando en su aspecto físico. Valentin a sus dieciséis años, casi diecisiete, comienza a tener más la apariencia de un chico malo.

—Tal vez soy una super estrella de rock —dice con una sonrisa —llegaste a tiempo para el par de presentaciones que tendré en la ciudad.

—Claramente, no me las perdería por nada —aseguro con un guiño.

Cuando la abuela Beatrice se acerca, su abrazo es más prolongado que el de mamá y el de Valentin.

—Deberías llevarnos a las giras contigo —dice cuando se aparta —te extrañamos mucho, y tú padre es consciente de que soy perfectamente capaz de manejar una gira.

Papá se ríe, una risa entre sarcástica y de gracia.

—Creo que preferimos tenerte en la ciudad, mamá —dice abrazando a la abuela por los hombros —suficiente tiene Lali conmigo.

La abuela frunce los labios con desagrado, y luego vuelve la atención hacia mí.

—Puedo considerar tenerte como acompañante la próxima vez, abu —prometo con una sonrisa y ella parece satisfecha con eso.

Entramos a la casa refugiándonos del clima frío de la ciudad, y una exquisita cena ya se encuentra aguardando por nosotros.

Mis amigas llegan también unos momentos después, y a pesar del agotamiento, puedo resistir varias horas en compañía de mi familia. Nunca me doy cuenta de lo mucho que los extraño hasta que estoy con ellos, conviviendo luego de cinco meses separados.

Sin embargo, a pesar de que estoy rodeada de las personas a las que eché de menos, extraño muchísimo a Peter. Así que a la primera oportunidad que tengo para escabullirme de la reunión, lo llamo.

Es tarde, es cerca de media noche así que sospecho que pueda estar dormido, sin embargo, contesta el teléfono.

—Estrellita —saluda y la voz adormilada me deja saber que probablemente lo he despertado.

365 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora