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Lali

Algo va mal.

Son las diez y Peter no ha aparecido. Las velas se han consumido, la cena se enfrió y el vino perdió la temperatura fría que poseía.

—No tengo noticias de que haya ocurrido algo —Jorge ingresa y me mira por un par de segundos —su agente no responde, y...

—Gracias, Jor —interrumpo sintiéndome cada vez más derrotada.

El Chino llegó con el arreglo que Peter envió, un precioso ramo de, según la tarjeta, trescientos sesenta y cinco tulipanes. Sin embargo, algo en la mirada de el Chino me inquietó.

Cuando le pregunté por su amigo solo dijo: —Deberá llegar pronto, no te preocupes.

Así que esperé. Cuando pasó una hora lo llamé, le envíe textos, pero no respondió ni un solo mensaje, ni tomó mis llamadas.

El pensamiento de que tal vez algo pudo ocurrirle se instaló en mi mente entonces así que le pedí a Jorge que averiguara si algo había ocurrido. Pero tampoco halló nada.

—Creo que no va a venir—susurro mirando el arreglo que está a un costado. Me incorporo de la mesa, mirando los platos vacíos y una opresión en el pecho amenaza con quitarme el aliento —hay comida suficiente por si quieren cenar.

—Lali...

—Puedes decirles a los otros guardias que tomen un poco —mi voz tiembla —Candela hizo un trabajo excelente con la pasta. Oh, y puedes llevarte el vino si deseas, no voy a beberlo.

—Lali, debe haber una explicación —Jorge se acerca. Sus manos se colocan a los costados de mis hombros. Tengo que elevar la mirada para conseguir mirarlo porque es demasiado alto —le diré a los guardias que vayan a su departamento, que averigüen si algo ocurrió...

—No —sonrío con tristeza —han pasado dos horas, si algo hubiese ocurrido Marcus ya lo sabría.

Parpadeo cuando las lágrimas se agolpan en mis ojos. Un sentimiento de tristeza me envuelve porque me esforcé tanto, y él no llegó. Porque me puse el vestido que mamá siempre dice que me hace lucir preciosa, me arreglé el cabello de una forma en la que no lo he hecho nunca. Me coloqué el labial que me hace sentir tan sexi y me aseguré de tener la pulsera que Peter me obsequió.

Me siento tan triste de haberme esforzado tanto para esta noche, y haber tenido que esperar dos horas sentada en soledad.

Miro la mesa, las velas consumidas y los cubiertos perfectamente escorados.

El nudo en mi garganta aprieta tan fuerte que por breves instantes no puedo respirar. Cierro los ojos intentando calmarme, intentando mantener las emociones a raya porque de lo contrario, va a ser peor.

Pero hoy acaba el contrato, porque a pesar de las promesas que Peter hizo, no la olvido a ella.

Es curioso como la mente puede jugar en nuestra contra en momentos como estos. Como todos los miedos que alguna vez sentiste, ahora se convierten en sospechas más fuertes.

—¿Crees que haya ido con ella? —inquiero en un hilo de voz —¿Crees que...que Peter esté con Liana?

—Imposible, Lali —asegura con una sonrisa —Peter no te haría eso, es...

—Jorge —un guardia ingresa a la casa —señorita Esposito.

Me aparto del cuerpo de Jorge, me limpio las lágrimas y miro a Tyler.

—¿Qué pasa, Tyler? —inquiere el hombre a mi lado.

—Hay un auto que ha estado estacionado las ultimas dos horas —informa —al inicio creímos que se trataba de un visitante a los vecinos, pero no se ha movido y los vecinos se han marchado hace una hora.

365 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora