CAPÍTULO 2 - POR: Isabella Johnson

240 25 0
                                    

—Estoy casi al fondo del salón, las fotografías que están aquí son espectaculares, me enamoró la del colibrí, ¿ya la viste? —le pregunto.

—Sí, también es de mis preferidas, ¡mi hermana es un genio cuando toma fotografías!, ¿vienes al baño o nos encontramos en la entrada? —me da a escoger.

—Espérame ahí, llego en unos minutos. —le pido.

—Ok te espero —me responde colgando la llamada.

—¡Tengo que irme! —le digo al dueño de esos hermosos hoyuelos y sonrisa encantadora que me ha conquistado—. Hablamos luego —me despido de él, estrechándole la mano y soltándolo de inmediato para irme.

—Pero ¿cómo te llamas? —me pregunta soltándome y dejándome partir.

Sin detenerme en mi andar, con una mano levanto el teléfono por arriba de mi cabeza, y con la otra lo señalo, indicándole que le diría cuando hablemos, «Si es que en realidad piensa llamarme», me digo a mí misma.

Al llegar al baño, Rose me recibe entusiasmada.

—¿Adivina quién vino por nosotras? —me pregunta.

—Por tu sonrisa imagino que Eduardo —le respondo.

—Ya quisiera yo que don ¡estoy ocupado!, tuviera tiempo para escaparse con nosotras —responde en tono melancólico—. Afuera está Fernando, vino a pasar las vacaciones con sus papás.

—¡Wow!, es una lástima que en unos días me tenga que ir para la casa de mis papás —me lamento.

Fernando fue compañero en la universidad de Erick, y pasaba la mayor parte de su tiempo en el apartamento con nosotros, así que terminamos siendo muy buenos amigos, en un inicio, experimenté por él cierto enamoramiento, pero se me pasó pronto, al ver lo puto que era, y que las chicas le llovían como moscas. Hace casi un año se fue a estudiar un postgrado en Australia, y esta es la primera vez que regresa, ¡Erick se va a poner muy contento de saber que su amigo está aquí!

—Como si eso importara —me comenta Rose, sacándome de mis pensamientos y viéndome por el espejo—. Ya sabes que tus papás también lo adoran, ¡y no se diga Erick!, les alegrará mucho verlo, así que podemos ir a traerte, ¡además, la casa de ellos no está tan lejos! —me contradice haciendo una mueca de exasperación.

Es cierto, la casa de mis papás no está tan lejos, sin embargo, compraron un apartamento cerca de la universidad cuando Erick comenzó a estudiar ahí, así se evitó tener que madrugar tanto cuando tenía clases a primera hora en la mañana.

Obviamente, el muy pirujo estaba feliz, y pensó en convertirlo en su matadero, pero se le frustraron los planes porque mamá o papá venían frecuentemente, y luego cuando entre en la U, quise venirme a vivir con él, alegando que también tendría clases a primeras horas.

Por suerte, siempre nos hemos llevado bien, y aunque le quité un poco de la intimidad que había logrado, no me montó bronca por haber invadido su espacio.

Finalmente, fui yo quien se quedó a su antojo en el lugar, dado que Erick tuvo que regresar a la casa, cuando se graduó se puso a trabajar con papá, y salía frecuentemente de la ciudad, y cuando no estaba de viaje, procuraba pasar tiempo con su novia que es prácticamente nuestra vecina adonde ellos.

—Mis papás adoran a todos nuestros amigos —le recuerdo a Rose—. En especial mamá, ¡ya sabes cómo es de confiada!

—No es confiada, ¡simplemente es amable!, además, ¡nosotros somos un amor! —Se jacta terminando de colocarse el labial y lanzándose un beso frente al espejo—. ¡Juraría que nunca se enojan! —sugiere inspeccionando su maquillaje.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora