CAPÍTULO 27 - POR: Isabella Johnson.

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—Soy Patrick Dormán, el hermano de Benjamín, ¿no me recuerdas? —Me pregunta, como si adivinara mi desconfianza—. Nos presentaron en Honolulú y también te vi en la fiesta de la boda de mi hermano —agrega para convencerme.

Lo observo dudando, pero es cierto, Alexander me lo presentó en el Hil, fue el año pasado que nos fugamos solos, en ese lugar pasamos hermosos momentos que hoy han sido opacados con semejante traición.

Y si Patrick es amigo de Alexander no quiero nada con él, por el momento no quiero nada con nadie que me lo recuerde, y mucho menos que le vayan a ir con el chisme de cómo me encuentro, ¡lo que menos quiero es su lástima!

—Pídeme un taxi o un Uber por favor —le pido sintiendo como el cansancio y el frío me están pasando factura, haciéndome titiritar.

—¿Estás segura de que no quieres que le hable a algún familiar o a alguna amiga? —me pregunta en tono preocupado.

—No quiero preocupar a nadie, ¡voy a estar bien! —le respondo cortante, dándome la vuelta para seguir con mi camino, ¡ya me encontraré con algún taxi que me lleve al apartamento!, ¡aunque cuando llueve cuesta que pasen!

—Disculpa no te pongas así —me pide siguiéndome—. Ya que no quieres que llame a nadie, te voy a llevar yo, en tu condición no puedo solo ponerte en un taxi con un desconocido —agrega tomándome de la mano y conduciéndome a su coche, no pongo resistencia porque tiene razón, ¡al menos él es el hermano de un amigo!

Además, solo quiero llegar a casa y acostarme, los ojos están por volvérseme a cerrar, y el frío cada vez me incrementa más gracias a la lluvia que no para de caer, me ayuda a sentarme y a ponerme el cinturón de seguridad.

—Dame tu dirección —me pide cuando él ya está en el asiento del conductor.

Se la doy, y luego me concentro en ver pasar los árboles y los edificios que están en las calles por donde vamos, sin percatarme he vuelto a llorar, y gruesas y calientes lágrimas continúan cayendo por mis mejillas, él saca unos pañuelos desechables y me los da para que me limpie.

No me dice nada, y en secreto agradezco su discreción, cuando llegamos enfrente del edificio estaciona y se baja para ir a mi puerta, y ayudándome a bajar pregunta.

—¿Puedes llegar sola hasta tu apartamento?

—Sí. —le respondo, más por decir algo que porque sea verdad, ya que en cuanto doy los primeros pasos me voy de lado, y de no ser por él que vuelve a agarrarme entre sus brazos, habría caído al suelo.

—Voy a acompañarte —me dice, y aunque no se lo diga le agradezco porque dudo que logre llegar por mi cuenta, coloca una mano en mi cintura y con la otra me agarra de un brazo ayudándome a estabilizar.

Cuando entramos los guardias en tono de preocupación, me preguntan.

—Señorita Johnson, ¿se encuentra bien?

—Sí Aston, solo estoy un poco mareada —le respondo.

—¿Está segura?, no quiere que le avise al señor Black —me pregunta.

—No, el señor Black está ocupado esta noche —le respondo con sarcasmo y molesta porque me lo recuerde. Aston ya no me dice nada, pero le dice a mi acompañante.

—Disculpe, tengo que registrar su ingreso, me permite un documento por favor.

—No es necesario Aston, viene conmigo —le respondo recostada en el costado del susodicho.

—Lo siento señorita, es por protocolo —me responde él—. Tenemos que registrar el ingreso del señor.

El hermano de Benjamín se saca la cartera y le entrega un documento, Aston se dirige al mostrador apunta los datos, y luego se la devuelve diciéndole.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora