CAPÍTULO 4 - POR: Isabella Johnson.

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Eduardo se queda con Rose y Fernando se queda en la exhabitación de Erick.

—Por favor no sean sucios y no hagan mucha bulla —les pide Fernando a Rose y a Eduardo—. ¡La niña podría escucharlos! —se burla señalándome.

—Con solo que no le den fuego al lugar, ¡hagan lo que quieran!, con el sueño que tengo dudo que escuchara si pusieran música a todo volumen —les hago saber yendo directamente a mi habitación, por precaución le pongo llave a la puerta.

Entro en el baño y me lavo los dientes, luego sin cambiarme de ropa me acuesto y no tardo en quedar dormida, al no sé cuánto tiempo, comienzo a soñar que estoy bailando música pegada con Alexander.

Él tiene sus manos alrededor de mi cintura, y yo las mías alrededor de su cuello, el calor de su piel junto a la mía, me hace sentir sofocada, y me debilito entre sus brazos, experimentando ciertas sensaciones a las que nunca les he prestado mayor atención.

Despierto sofocada y con enormes ganas de orinar, por lo que salgo casi corriendo al baño, cuando estoy sentada vaciando mi vejiga, recuerdo la conversación que tuvimos por chat anoche con Alexander, y el sueño que tuve.

Con intenciones de despejarme por completo, aprovecho y me ducho de una vez, ya se ve bien claro, por lo que tiene que ser más de las ocho de la mañana, y quiero saber qué ocurrió allá afuera, posiblemente ya se haya ido Fernando.

Ya con ropa limpia voy a buscarlos y están en la cocina, están desayunando, pero no está Eduardo.

—¡Hasta que despertó la bella durmiente! —exclama burlón Fernando haciendo a un lado su vaso, seguramente con jugo.

—Sí, me despertó el olor a café —les contesto, yendo a la cafetera.

—¿Tienes hambre? —me pregunta Rose.

—Sí, y mucha —le confirmo—. ¡Creo que llevo días sin comer!

—¡Pobrecita!, por eso estás tan delgada —se mofa Fernando—. Creería que Rose solo arroz con salsa de aguacates te da a comer —se burla.

—No vayas por ahí —le pide Rose—. Que luego nadie le quita la idea de que está gorda, ¡y nos pone a dieta a las dos!

—¡Ya sé que estoy gorda!, ¡no necesito que nadie me lo recuerde! —les respondo, pensando en que realmente es ella la de las dietas—. ¡Hoy que esté de vacaciones podre incrementar mi rutina de ejercicios!

—¿Vez? —le dice Rose a Fernando.

—No inventes Bella, ¡tienes el cuerpo perfecto! —Me halaga Fernando, simulando con sus manos, la silueta de una mujer—. Si no fueras la hermanita de mi mejor amigo te robaría y llevaría conmigo —confiesa suspirando.

Le doy una sonrisa como respuesta, porque no quiero ir por ahí.

—Bueno, ¡gracias por levantarme el ánimo! —les respondo riendo.

Lo admito, no soy gordita, pero tampoco me clasificaría como alguien delgada, y gracias a mamá que me acostumbró desde adolescente a hacer ejercicio, tengo un bonito cuerpo, y ahora con Rose nos pasamos horas y horas ejercitándonos.

—¿Se fue temprano Eduardo? —le pregunto a Rose.

—Sí, quedó de ir a desayunar con su mamá —dice con sarcasmo.

—¡Qué extraño verdad! —agrego también con sarcasmo—. ¿Y tú, ya te vas también?, —interrogo a Fernando, porque ya se ha bañado y se ha puesto una camiseta de Erick.

—Ya casi, le prometí a mamá que almorzaría con ella —dice poniendo los ojos en blanco, no sé si por burlarse del comentario de Rose, o si es cierto.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora