CAPÍTULO 35 - POR: Alexander Black.

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—No pienso lo mismo, pero si estás convencida dímelo a la cara —La reto—. No podemos terminar así porque sí, todo fue un malentendido nos tendieron una trampa, ¡tienes que creerme! —le suplico.

—Da igual si fue o no fue una trampa, terminaste con la confianza que tenía en ti, si en realidad los hubieran drogado se habrían quedado dormidos, no habrían follado, y por el estado en que te encontré juraría que hasta lo disfrutaste.

—¡Cómo dices eso!, ni siquiera recuerdo bien lo que ocurrió, ¡no fui dueño de mí!, nunca te haría algo así y mucho menos con Eliana —le aclaro—. Amor por favor perdóname —termino suplicándole.

—¿Y qué con eso? —me contradice—. Peor aún si como dices no tienes recuerdos lúcidos, y cabe la posibilidad de que no te protegieras, ¡ahora mismo podrías estar por ser papá! —me reprocha sin contener más su llanto.

Guardo silencio y no le confirmo lo que acaba de suponer, si lo hiciera por teléfono estoy seguro que perdería cualquier posibilidad de siquiera poder reunirnos.

—Déjame verte y explicarte todo —le suplico con un nudo en la garganta, odio verla llorar y odio más ser el causante de sus lágrimas.

—¡Está bien!, pero te lo advierto, si lo que te he dicho es verdad, no deberías ni siquiera venir porque será por gusto, y si quieres verme, ven ahora mismo —me pide sorbiendo fuerte por la nariz.

—¿Ahora mismo? —le pregunto, ¡tengo una reunión en unas horas!

—Sí, si quieres verme —me responde tajante.

—Ok. Salgo enseguida —le digo colgando la llamada.

A pesar de que me advirtió, que si había consecuencias de aquella noche mejor ni fuera a verla, pienso ir y quemar mi último cartucho, si me ama tanto como yo a ella me comprenderá, estoy consciente de que no será un camino fácil teniendo un hijo con otra mujer, pero lo podemos lograr, ¡creo fielmente en eso!

Voy a llevarle una copia de los resultados de los análisis de la droga que nos dieron, tiene que convencerse que lo que ocurrió no fue a propósito.

—Lucí, cancela todos mis compromisos de la tarde —le pido saliendo de la oficina—. Entrégale los documentos firmados a Cristian, ahí están en mi escritorio.

—¿También cancelo su reunión con el señor Clever? —me pregunta sorprendida.

—Sí, también con él —le respondo entrando en el ascensor—. Llámame —le pido a la vez que le hago señas con la mano.

Le respondo en cuanto me cae la llamada y termino de darle indicaciones.

—¡Pero señor!, nos costó lograr que el señor Clever viniera —me recuerda.

—Si no quieres perder la cita pídele a Damon y a Emilio que se reúnan con él, ¡ellos sabrán qué hacer!

—Sí señor eso haré, en breve los voy a contactar, les diré que son indicaciones suyas y que usted tuvo que salir de emergencia —me comenta más tranquila.

—Ok. Maneja la situación como te parezca mejor, ¡confío en ti Lucí! —le digo colgando la llamada al tiempo que subo al coche.

Conduzco al apartamento de Isabella como si fuera un loco al volante, y maldiciendo a los semáforos por tardar tanto en cambiar a verde; me siento nervioso y preocupado, porque estoy consciente de que esta es la única oportunidad que tengo, para tratar de convencerla de que aunque Eliana va a tener un hijo mío, no tiene por qué interferir en lo nuestro.

Cuando al fin llego, los guardias de seguridad me dejan pasar de inmediato, así que con más nervios de los que traía avanzo hacia el ascensor; ya adentro me gana el desasosiego porque todo salga bien, no quiero perderla, ¡no puedo!, ella es el amor de mi vida, juntos podemos superar esto, ¡tiene que perdonarme!

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora