CAPÍTULO 32 - POR: Alexander Black.

84 11 0
                                    

Ese día había estado tocando a la puerta de su apartamento sin recibir respuesta, cuando ya estaba en el auto listo para marcharme, vi que se estacionaba el coche de su hermano, me emocione al verla cuando venía hacia mí, aunque en realidad venía atrás de su hermano, que era quien se dirigía directo a mí.

En cuanto Salí del coche y di unos pasos para ir en su encuentro, Erick me recibió con un sonoro golpe en el rostro, enviándome directo al suelo.

—Te dije que si le hacías daño había una parte de mí, que no querrías conocer —me gritó, viniéndose encima de mí.

—No... —le gritaba mi princesa defendiéndome.

Y me habría dejado moler a golpes solo por escucharla defenderme, a pesar de que no quiera verme, ni reciba mis llamadas.

—Quítate Bella, este imbécil solo merece ser molido a golpes —le respondió mi cuñado separándola de mí.

—Por favor ya no lo golpees —le suplicaba ella.

Y yo quería abrazarla, besarla, y asegurarle que estaba bien, ¡que no importaba!, que Erick tenía razón, le hice daño y esto es lo menos que me merezco por haber sido un imbécil y haber caído en el juego de la piruja de Alma Royce. Lo único que le suplicaría es que no me deje, que me perdone, y le juraría que haré todo lo necesario para compensarle cada lágrima con todo mi amor

—¡Vete! —me pidió Isabella queriendo separar a su hermano de mí.

—No, hasta que me des la oportunidad de explicarte todo —le respondí.

—Ya he leído tus mensajes, ¡no hay mucho que explicar! —me dijo tajante.

—Sí, si en verdad nos queremos, ¡no me condenes por algo de lo que no fui consiente al hacer! —le supliqué demostrándole toda mi desesperación.

—¡Como te atreves! —me gritó Erick más enojado, dándome otro golpe.

—No... —gritaba preocupada mi princesa, logró ponerse de escudo frente a mí.

—¡Escúchame!, es todo lo que te pido —le supliqué, tomando valor del amor que vi reflejado en sus ojos, pero me consterno el alma que también reflejaban tristeza y dolor.

—Entiende que mi hermana no tiene nada que escucharte, mejor hazte cargo de tus asuntos, ¡y déjala en paz de una vez por todas!; ella no va a ser el segundo plato de nadie, ¿entiendes? —me advirtió Erick, prácticamente echando humo por los oídos.

—Por favor, tienes que escucharme —Le rogué nuevamente a Isabella, ¡qué importaba si Erick acababa conmigo!, solo quería ser escuchado por ella.

—¡Suéltame Bella!, este cabrón va a pagarme cada lágrima que te ha hecho derramar —Le pidió Erick como si fuera un toro enfurecido.

No tardó en soltarse de ella y volver al ataque, propinándome otro golpe, ya había perdido la cuenta de los golpes recibidos, ¿que por qué no me quité ni uno, o le regresé alguno?, simple, en mis adentros era consciente de merecerlos, además, era un trato que tácitamente habíamos hecho él y yo cuando nos conocimos.

Mi princesa seguía rogándole a su hermano que ya no me golpeara, que parara, pero él estaba como loco, y yo apendejado por verla defendiéndome.

—Por favor vete, te prometo que hablaremos después —me dijo finalmente ella, logrando volver a agarrar a su hermano y arrastrándolo hacia la entrada del edificio.

Por suerte o mala suerte, no había ni un alma en el lugar, así que me levanté como pude y le grité a mi princesa.

—¡Lo prometiste!.. —como pude me subí en el coche y llegué a mi apartamento, en cuanto entré, Abril que aún estaba ahí se asustó, y llamó a Milton.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora