CAPÍTULO 52 - POR: Isabella Johnson.

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—Y esta vincha va a juego con ella —me dice la chica.

—¡Está todo lindísimo!, me lo llevo —le respondo.

De pronto veo que una de las dependientas del lugar, es una de las amigas de Eliana, la tipa no me caía muy bien y juraría que yo a ella menos, pero cuando me ve, me sonríe y dice.

—¿Estás comprando ropa para la bebé de mi amiga? —Me observa y como si al fin reparara en mi enorme barriga con sarcasmo corrige—. ¡Oh!, ¡si tú también estás embarazada!, ¡es una lástima que Alexander ya esté esperando una hija! —observa hacia la puerta y comenta—. ¡Ahí llegó mira! —Y luego con voz melosa dice.

—Señor y Señora Black, pasen adelante ya la cuna para su bebé esta lista, —chicos la cuna de la bebita de los Black, por favor, —grita, saliendo a recibir a los recién llegados.

Volteo a ver y quienes acaban de entrar y sí, son Eliana y Alexander, vienen tomados de la mano y a él se le ilumina la mirada cuando ve la cuna que traen, es toda en color blanco y rosa.

—Mira amor a la nena le va a encantar —comenta él viéndome a mí.

—Sí cariño, ¡va a dormir feliz en ella! —le responde Eliana, y yo en lugar de responderle a él volteo a ver a uno y a otro.

—Y tú eres feliz —pregunta él sin dejar de verme.

—Por supuesto cariño, la nena y tú son todo lo que siempre quise, ¡una familia! —le responde Eliana como si fuera con ella con quien está hablando.

Alexander deja de verme y se acerca a ella, la abraza, besa y luego sin soltarla, vuelve su mirada hacia mí y dice.

—Te amo, ¡tú y la nena son lo más importante para mí! —se separa un poco de ella y ahora viéndola a la cara le dice—. Y hoy que eres mi esposa, también cuidaré de ti, ¡no volverás a estar sola! —le garantiza cariñosamente.

Al escuchar esa última frase me despierto agitada y sudando, mientras las náuseas se apoderan de mí, de inmediato me tiro de la cama y corro al baño para dejar que el malestar haga de las suyas y vacíe mi estómago.

No puede ser, ¡no puedo estar embarazada!, no si Alexander ya espera un hijo con otra, ¿qué sería de mí y de mi hijo?, ¡no por favor!, le suplico al cielo mientras gruesas y calientes lágrimas bajan por mis mejillas.

Termino de vaciar mi estómago y me aseo la boca, regreso a la cama a intentar dormir pero me es imposible, no cojo el teléfono porque sé que su iluminación me va a terminar de quitar el sueño y mañana tengo compromisos que cumplir, así que debo de dormir aunque sea un rato.

Sin lograr dormirme rememoro cada sueño que he tenido con Alexander, en donde él y yo somos felices e incluso hacemos el amor, pero en más de una ocasión se ha aparecido Eliana y de una o de otra forma ha destrozado lo nuestro, ¡siempre interviene justo en el momento en que más felices somos!

Hace un par de días, soñé que Alexander y yo estábamos a solas en el yate, habíamos ido mar adentro y no había ninguna embarcación cerca de la nuestra, Bart como siempre se había quedado en cabina y no salía para nada, consciente de lo que podía estar ocurriendo afuera.

Habíamos iniciado jugando pero Alexander detectó una línea roja que el sol me había dejado, así que tomó el bloqueador solar y comenzó a aplicarme de nuevo para evitar que la marca creciera; se entretuvo acariciando mis pechos que se habían vuelto especialmente resbaladizos gracias al líquido que les había esparcido en ellos, finalmente dejó de lado el spray y comenzó a acariciarlos con los labios.

Yo estaba hecha una mantequilla, pues las caricias que me había dado esparciendo el líquido, no habían sido para nada inocentes y se había cerciorado de calentarme, como pude me le zafé y me coloqué a horcajadas sobre él.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora