CAPÍTULO 40 - POR: Isabella Johnson.

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Lloré al ver las publicaciones en las redes sociales, por lo general salían tres fotografías, una de Eliana, una de Alexander y una mía, los tres entrando en la habitación pero por separado, las notas eran hirientes y pintaban a Alexander como un mujeriego, e incluso hubo más de alguien que sugirió que solo nos estábamos divirtiendo los tres juntos; para mi suerte no tuve periodistas asechándome, ni complicándome más la vida.

El lunes temprano, llamé a mi equipo de trabajo y les informé que voy a tomarme unos días de descanso, que se entiendan con Peter, que él va a encargarse de comunicarse conmigo en caso de que sea necesario. Confío en ellos, sé que tienen capacidad de estar sin mí unos días.

Con Peter acordamos que las reuniones las realizaríamos en casa de mis padres mientras esté aquí, no quiero ir a la oficina, en algún momento tendré que hacerlo, pero por el momento no tengo el valor para enfrentar a Alexander.

Mientras estuve encerrada en la casa de mis papás, aproveché para avanzar con algunos proyectos, tenía que hacer algo o me volvería loca de tanto llorar y de extrañar a mi amor; logré serenarme y concluir que no voy a dejarme morir, el mundo sigue girando y no voy a quedarme quieta esperando a ver qué ocurre.

Y lo primero que voy a hacer es ir a visitar a Rose a Vancouver, me va a venir bien pasar unos días lejos de toda esta basura, ya cuando regrese evaluaremos si es posible que saquemos a JB del edificio de Blacks.

Alexander ha insistido a diario en querer verme, incluso vino a casa de mis papás, por suerte estaba yo sola y no se armó un lío en ese momento con Erick, después de insistir en el timbre por un buen tiempo y no tener respuesta, se dio por vencido y se marchó.

Unos días antes de irme a Vancouver, tuve que ir a mi apartamento para recoger algunas cosas y otras que Rose me pidió que le llevara, Erick se ofreció a ir conmigo, ya que tenía unos asuntos que atender por la zona.

Cuando nos estábamos estacionando en el parqueo de enfrente del edificio, me percaté de que ahí estaba el auto de Alexander y quise que nos fuéramos de inmediato, pero ya era tarde, Erick también lo había visto y no tardó en bajarse del coche, me bajé con él intentando convencerlo de que no hiciera una tontería.

Alexander que también nos había visto, estúpidamente vino a nuestro encuentro, y de inmediato Erick lo derrumbó con un puñetazo en el rostro.

—Te dije que si le hacías daño, había una parte de mí, que no querrías conocer —le gritó Erick, levantándolo y volviendo a golpearlo.

—No... —le pedí a Erick intentando detenerlo.

Alexander no se defendió en ningún momento, el muy idiota ni las manos metió, solo quería agarrarme, ¡me enojó que se portara así!, hasta pareció que estaba recibiendo conforme la paliza. Como Erick no lo soltaba, terminé por abrazar a Alexander, metiéndome entre ambos para evitar que siguiera golpeando a Lex.

—Quítate Bella, este imbécil solo merece ser molido a palos —me pidió Erick echando humo por los ojos y los oídos.

—Por favor, ya no lo golpees —le supliqué—. ¡Vete! —le pedí llorando a Alexander.

—No, hasta que me des la oportunidad de explicarte todo —me respondió colocando sus manos e mi rostro.

—Ya he leído tus mensajes, no hay mucho que explicar —le respondí—. Lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás.

—Sí, si en verdad nos queremos, ¡tengo que explicarte!, no me puedes condenar por algo que no fue mi culpa.

—¿Cómo te atreves? —le dijo Erick zarandeándolo y haciéndome a un lado.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - TRUCO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora