Mi Dulce Amado

20. La noche es nuestra

—¡Deja de usurpar mis cosas! —William se despertó ante los gritos mañaneros de Oliver.

—¡Quítalas de mi lado entonces! —respondió Romeo también en un grito.

—¡Eso no te da derecho a husmear entre mis cosas! Rubio estúpido.

—¿Que dijiste niño malcriado? —dijo Romeo acercándose con intención de atacarlo.

—¡Bueno, ya está bien! —saltó William, mirando su reloj—. ¡Son las 7 de la mañana! ¡No puede ser que siempre me despierte por sus estúpidas peleas!

—¡Pues entonces dile a tu amigo que deje de buscarme! —bramó Oliver.

—¿Que yo te busco? Como si fueras tan importante. Solo estaba quitando tu mugre de mi lado —tomó una camisa y se la tiró en la cara.

—¡Romeo, basta! —gritó William.

—Bien, me voy —dijo el rubio—. Pero solo porque no quiero seguir viéndole la cara, estoy harto de este niño —salió y cerró la puerta detrás de sí con un golpe. Hubieron unos suspiros y quedaron unos segundos en silencio. Oliver fue el primero en romperlo.

—¿Siempre fue así de gruñón?

—Romeo puede llegar a ser muy demandante, pero cuando no lo es, realmente es agradable estar cerca de él.

—Pues a mi me tocó la parte insoportable.

—No te puedo prometer que con el tiempo se le pase, pero hablaré con él.

—Si... pasaremos mucho tiempo juntos.

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 Era la tarde, ya habían almorzado, la mayoría de la realeza estaban durmiendo la siesta. Menos el príncipe, Edward se encontraba sentado en la orilla del agua, se perdía en sus pensamientos mientras fumaba un cigarrillo. Cuando en un momento sintió como alguien se sentó junto a él.

—Hola, ¿por qué estás solo? —preguntó Cleo acomodándose entre las rocas.

—Me gusta estar solo.

—¿Me estás echando? —preguntó fingiendo estar ofendida. Edward soltó con una risita por lo bajo.

—No, es solo para que lo sepas —Cleo parecía querer quedarse allí, Edward pudo observar como esta prendía un cigarrillo. Luego señaló con su dedo en una dirección, Edward guío la mirada.

—¿Ves allí a lo  lejos a tu madre y a Jazmine conversando muy alegremente? —preguntó mientras exhalaba el humo, teniendo como respuesta un asentimiento—. Mi primita está planeando un recorrido por las costas solo para ustedes dos esta noche —finalizó, observando como en la arena estaban escritas las iniciales "E + W", encerradas en un corazón. Lo ignoró completamente.

—¿Y por qué me lo cuentas? —dijo frotándose el rostro en señal de frustración.

—Para que busques la excusa perfecta para no ir. No le des como respuesta un simple "no" que le rompa el corazón como habitualmente haces —Edward la miró bruscamente.

—Veré cómo hacer para remediar mi error.

—¿Es más importante tu amigo William que tu futura esposa? —quedaron en un rotundo silencio de segundos. 

—¿Y tú qué sabes? —respondió con la cabeza baja.

—Sé que ni tú ni Jazmine se aman, pero ella intenta quedar bien y le duele el rechazo.

—¿Si no me ama por qué le duele?

—Le hace ilusión poder amarte —Edward soltó un suspiro—. Intenta buscar una excusa creíble —aconsejó tomándole la mano.