—¡Edward! —gritaba James mientras intentaba hacer que este reaccionara. Lo sacó de la ducha y lo tendió en el piso. Comenzó a presionar una y otra vez su pecho—. Vamos Ed, reacciona por favor —suplicaba desesperado. Le tapó la nariz y sopló sobre su boca brindándole oxígeno, desesperado por una mínima reacción. En un momento Edward tosió, volviendo de su transe. Escupió una gran cantidad de agua de sus pulmones—. Gracias al cielo —James soltó un gran suspiro, aliviado.
Edward aún estaba desestabilizado, parecía perdido y lucía pálido. James lo observaba atónito.
—Edward, debo llamar a tus padres —habló mientras le tendía una toalla. Este negó enseguida.
—No. No lo hagas.
—Entonces dime qué fue eso —obtuvo silencio—. Edward, si yo no hubiera llegado... no quiero ni imaginar lo que hubiera pasado —Edward recostó su cabeza contra la tina, aún sentado en el frío suelo—. ¿Por qué hiciste eso? —preguntó con la voz más suave. Edward sólo se encogió hombros. James volvió a suspirar—. Te ayudaré a ir a la cama.
Con sumo cuidado, James lo ayudó a reincorporarse, llevándolo hasta la cama. Se quedó un buen rato junto a Edward, quien estaba acostado dándole la espalda. Unos momentos después se dio la vuelta.
—Edward. Necesito que me digas que sucedió.
—Solo estaba cansado. Me dormí —James lo miró a los ojos, buscando respuestas.
—¿Te dormiste y por eso te ahogaste en la tina hasta el punto de casi morir? —habló exaltado. Se llevó las manos al rostro, frustrado—. Lo siento... solo... solo no imagino qué hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo. Edward, debes recapacitar —este se quedó callado unos segundos antes de hablar.
—Solo no le digas nada a mis padres —dijo mirándolo directamente. James volvió a suspirar—. Te prohibo que les digas algo sobre esto.
—Lo lamento, Edward. Pero esto es algo sumamente delicado. Tus padres deben saber.
—Si lo haces estaré en problemas. Y no quiero más problemas.
—¿Alguien te hizo algo? —Edward negó—. ¿Fue por lo de Aarón? —volvió a negar—. Sea lo que sea puedes decirmelo.
—Estoy perdiendo la cabeza... solo no estoy pensando bien. Prometo recapacitar. Solo por favor, por favor... no le digas a mis padres.
—Bien, pero estaré muy pendiente de ti. En verdad si necesitas algo, aunque sea solo hablar... puedes confiar en mi, Edward.
—Esta bien, gracias.
—Hare que te traigan un té calmante —Edward asintió. James se retiró de la habitación, dejándolo pensativo.
No sabía qué pensar. Sinceramente no sabía qué había hecho con su propia vida. ¿Qué hubiera sucedido si James no hubiera llegado? ¿En verdad quería morir? Ahí estaba su mente otra vez sobre pensando, pero esta vez desde una perspectiva diferente. ¿Acaso debía sentir miedo de sí mismo? ¿O simplemente fingir que nada había pasado? Porque si seguía subestimando su propia mente temía las consecuencias. Debía recapacitar.
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Dos días más habían pasado. Días en los que James no le quitaba los ojos de encima. Aunque exageraba su bienestar para no llamar la atención de este, el príncipe de verdad estaba cumpliendo su petición: Recapacitar.

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Mi Dulce Amado
RomanceEn la vida, muchas veces aguantas tanto dolor que te destroza hasta caer de rodillas al suelo, solo por amor. Muchas veces no sabes en qué momento caerás, o si simplemente la vida es buena contigo y te hace levantar de la mejor forma. Nunca lo sabre...