Era la hora de la cena y Edward estaba sentado en el comedor real junto a sus padres. Raramente estaban en silencio. Sabía que en algún momento iba a llegar el gran sermón, lo cual quería que fuera lo antes posible ya que no tenía ganas de escuchar a su padre. Así que pensó inteligentemente y habló por primera vez en el día, guardándose para él las quejas por ello.—Disculpa por pegarle a Aarón —pronunció—. Fue su culpa, se lo merecía.
Pudo escuchar como Gabriel suspiraba antes de responder.
—¿Me puedes decir por qué lo hiciste, Edward? Evan está muy enfadado conmigo ahora mismo. Tu primo tiene un gran hematoma en su pómulo —habló en mala cara—. ¡No es trabajo de un rey recibir quejas por malos comportamientos de un príncipe de tu clase! —luego de golpear la mesa, apoyó su cabeza sobre su mano, frotándose la sien en forma de estrés—. Ya no se que haré contigo —Edward pensó muy bien su respuesta.
—Se metió con una chica que me gusta. Es un traidor —mintió. Sus padres lo miraron sorprendidos. Segundos después, la reina rompió el silencio.
—Cariño, se que el amor puede provocarte hacer cosas... pero no puedes golpear a tu primo por eso.
—No puedes dejarte llevar por mujeres hijo, se mas inteligente —aconsejó su padre. El príncipe asintió.
—Además estas comprometido con Jazmine, cariño, debes ser respetuoso —dijo su madre tomándolo de la mano.
—El puede hacer lo que quiera con las mujeres, es ella quien debe guardarse para él —corrigió Gabriel—. Pero no te metas en problemas por eso, hijo.
Se limitó a asentir y se ocupó en terminar de cenar para luego retirarse a su habitación.
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William terminó de hablar con su padre, estaba contento por la noticia que este le acababa de dar.
—Provecho, padre —se despidió al terminar la cena.
—Gracias, hijo. Recuerda que tienes que descansar bien para mañana —el chico de ojos claros asintió alegre y se retiró del lugar.
Camino a su habitación se le ocurrió antes pasar por la habitación de Edward para darle la noticia. Subió las escaleras y se encaminó a los aposentos del príncipe.
Llegó y se encontró con los guardias vigilantes de la puerta.
—Sabes que no puedes pasar sin ser avisado —el guardia habló apenas lo vio acercarse.
—Oh, lo entiendo, pero necesito hablar con el príncipe —los guardias se miraron entre sí.
—Pues lo lamento pero no te vamos a dejar pasar.
—El me dijo que podía entrar —los guardias soltaron risas.
—Mira mendigo, vete si no quieres tener problemas.
—¿Al menos podrían decirle que salga un momento?
—Si que eres terco —se burló uno de ellos—. No por ser el empleado favorito del príncipe significa que tienes todos los privilegios de hacer lo que tú quieres, tú no puedes darnos órdenes.
—¿Disculpa, hay algún problema? —habló Edward abriendo la puerta. Los guardias se giraron enseguida—. William no necesita de su aprobación para entrar en mi habitación —dijo haciendo énfasis en el "mi". Los guardias miraron para abajo, sintiéndose humillados. William simplemente los ignoró y se adentró a la habitación.
—No quiero volverlos a escuchar hablando así de mi amigo —pronunció entre dientes—. Ahora largo de aquí —finalizó para luego entrar a la sala que había antes de llegar a la puerta que daba a su elegante habitación . Edward suspiro para luego hablar.
—¿Cómo te encuentras? ¿Sucedió algo? ¿De que necesitabas hablar conmigo?
—Si, estoy bien, necesitaba contarte una noticia que me dio mi padre en la cena —habló emocionado. Edward asintió indicándole que lo escuchaba—. ¡Iré al pueblo a visitar a mi familia! —dijo haciendo notar su emoción. El príncipe lo miró sorprendido.
—¡Eso es genial Will! —se alegró—. Hace mucho no ves a tu familia, los debes extrañar mucho.
—No te imaginas cuanto, estaré allí unos días.
—¿Cuándo partirás?
—Mañana. El tren sale a las 6am —informó.
—¿Tren? claro que no. Le diré a James que te consiga un carruaje —dijo decidido.
—Oh no, tranquilo. Puedo ir perfectamente en tren.
—Si, puedes. Pero no es necesario cuando puedes ir perfectamente en carruaje. Y no insistas porque no cambiaré de opinión.
—Está bien —se acercó dándole un beso en la mejilla—. Oh, por cierto, estaré en el pueblo durante tu asamblea. Así que estaré ahí para verte —sonrió.
—Eso es genial. Nos veremos allí entonces.
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Cuando su padre estaba golpeando la puerta de su habitación para despertarlo, William ya estaba más que despierto. No había podido dormir casi nada de los nervios que sentía de ver a su familia después de tanto tiempo.
Se alistó, agarró su bolso y salió junto a su padre. Al bajar las escaleras visualizó a Edward parado al final de ellas, mirándolo con una sonrisa.
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Mi Dulce Amado
Storie d'amoreEn la vida, muchas veces aguantas tanto dolor que te destroza hasta caer de rodillas al suelo, solo por amor. Muchas veces no sabes en qué momento caerás, o si simplemente la vida es buena contigo y te hace levantar de la mejor forma. Nunca lo sabre...