14. Mal plan, mala consecuencia

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Luego de que el joven de ojos claros tomara una ducha rápida, bajó a la cocina, donde estaba su padre. Eran mediados de las 19:00pm. Todo parecía normal, pero al llegar instantáneamente notó como Tom tenía una expresión extraña.

—Hola padre, buenas tardes. ¿Cómo te ha ido hoy?

—Hola William, mi día estuvo bien. No fue tan agitado como tu día de príncipe —dijo con un semblante serio. Al escuchar eso enseguida supo de qué se trataba. Su padre estaba enojado. Así que solo le quedaba escuchar lo que tenía por decir—. William, sabes perfectamente que no me opongo ante tu gran amistad con el príncipe, pero ya lo hemos hablado, debes poner ciertos límites. No puedes comportarte como si fueras parte de la realeza —demandó alzando la voz.

—Padre...

—¡En el pueblo ya se habla bastante de ti William! ¡No quiero que piensen que mi hijo es un aprovechado! —gritó furioso mientras golpeaba la mesa. William quedó helado, no sabía cómo reaccionar, ya se encontraba bastante desbordado.

—Lo sé padre, lo siento mucho. Yo no lo hice con esa intención. Él simplemente me pidió un favor, y yo acepté porque es mi mejor amigo.

—Que sea la última vez, William. Me preocupe demasiado, ya que siquiera pediste permiso o avisaste.

—Si padre, tienes razón, lo lamento. Pasó todo muy rápido, yo estaba trabajando y me llamaron, el carruaje ya estaba esperándonos. No tuve tiempo de nada. Lo siento mucho.

—Debes aprender a poner límites. No eres de la realeza, por lo tanto no te comportes como tal —William asentía, cabizbajo. Su padre soltó un suspiro antes de volver a hablar—. Ve William. Te veo mañana —dicho esto se retiró a su habitación.

Apenas puso un pie en esta comenzó a llorar descontroladamente. Se sentía muy estúpido e insignificante. Sabía que su padre tenía razón. Él sólo era el pobre mejor amigo del príncipe.

Estaba muy agotado, había sido un día eterno y habían pasado muchas cosas, necesitaba dormir, ya vería como haría mañana para enfrentar el mundo.

Se recostó en su cama y instantáneamente cayó dormido en un sueño profundo.

━♔━≫♔≪━♔━

Edward estaba muy concentrado leyendo cuando escuchó como alguien abría fuertemente las puertas de su habitación sin ser anunciado. Al ver que era su padre quien entraba de esa forma se levantó enseguida.

—¿Qué sucede, padre? —preguntó extrañado.

—Qué sucede contigo tendría que preguntar yo, Edward —respondió, se notaba bastante enfadado.

—No entiendo de lo que me estás hablando.

—Tu nunca entiendes nada. No se cuando será el día en el que hagas algo bien. La gravedad de lo que haz hecho puede llegar a tener consecuencias muy graves —comenzó a decir furioso, parecía perder el control de su paciencia.

—¿De qué estás hablando? Explícame. Yo no he hecho nada.

—¿Cómo tienes el descaro de decir que no haz hecho nada? ¡Eres un completo idiota!

Edward comenzó a asustarse, el pánico comenzó a apoderarse de él. Estaba comenzando a entrar en crisis y su padre no dejaba de gritarle y de darle vueltas al asunto.

—Padre, no entiendo, ¿qué he hecho mal? —preguntó casi en lágrimas.

—¿Me puedes explicar como se te pasó por la cabeza la aberrante idea de haber llevado a William contigo al pueblo? —Edward raramente sintió alivio al escuchar la razón de su enojo, al menos no era todo lo que se le cruzó por la mente.

—Oh, pero solo lo he llevado porque no quería ir solo. Pensé que no iba a haber ningún problema. Solo ha ido como acompañante, no intervino en ninguna tarea... —no pudo terminar de hablar ya que sintió como la mano de su padre golpeaba fuertemente contra su mejilla.

—¡Ese es el problema, nunca piensas! ¡El problema no es William, ¿qué va a saber ese pobre muchacho? El problema está en las consecuencias que esto nos puede traer! No solo pusiste en peligro a William, si no que también pusiste en peligro nuestra reputación.

—Pero, ¿por qué? —preguntó Edward un poco confundido, sintiendo como algunas lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

—Alguien podría haberle preguntado algo comprometedor y revelar alguna información sin querer, y eso no sería culpa de él, si no tuya. Tu estás educado para estar en público y con la capacidad de saber sobrellevar a los reporteros. ¡Él no! —siguió hablando el rey exaltado. En ese instante Edward se dio cuenta de que en parte su padre tenía razón. Hasta ese momento no había pensado las consecuencias de lo que eso podría llevar. Exponer a William podría haber sido algo grave. William ya había visto a reporteros y titulares con su rostro en periódicos, pero nunca había estado tan expuesto de esa manera. Y lo peor de todo era que William si se había sentido incómodo. Y todo era su culpa.

—Ya veré mañana en el periódico con qué me saliste, y recién ahí pensaré en tu castigo —comenzó a decir—. De mientras, ve preparándote mentalmente porque no quiero que mañana hagas alguna estupidez frente a Jazmine o su familia, porque siempre sales con alguna de tus insolencias.

—Está bien padre, lo entiendo. Mañana me disculparé con William.

—Disculparte con William es lo mínimo que tienes que hacer. Ya veré que haré contigo. Y como siempre tendré que resolver todos los problemas que causas —terminó de decir Gabriel, mientras salía de la habitación, dando un portazo. Edward quedó solo en un silencio sepulcral, se sentía miserable.

Esa noche lo único que se oyó en su habitación fueron los jadeos de su propio llanto. Intentó calmarse con algunas botellas, trago tras trago mientras intentaba aclarar sus pensamientos. Lo único que anhelaba en ese momento era fallecer en los brazos de William.

Mi Dulce AmadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora