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Cada parte de mí dolía ese día.
Mi espalda, era como si ardiese como los fuegos más profundos en los abismos del infierno mientras la cuenca de mi ojo gritaba de agonía como si fuera el alma más torturada de este lado del pentagrama.
He caído. Un ser exiliado de los cielos.
Estoy condenada.
Imágenes del rostro de ese niño quedaron grabadas en mi lóbulo frontal como si estuviera marcada con su representación. Su miedo. Su ira. No podía hacerle daño.
Joder, hubiera preferido morir de nuevo antes que hacerle daño a ese pobre niño.
Pero cuando la vi… Creo que habría estado dispuesta a morir de nuevo si eso significara conocerla.
Charlie era lo opuesto a todo lo que conocía.
Ella era gentil y dulce con cada toque que daba a mis dolorosas heridas. Era como si silenciara mis gritos y los acallara con la melodía más suave conocida por cualquier alma. Me miró con todo el cariño del mundo. Ella era delicada, era todo lo bueno en este maldito mundo a pesar de dónde estaba.
Podría jurar que si ella hubiera nacido humana, estaría en el cielo. Un ángel en todos los sentidos de la jodida palabra.
Pero no lo era y en ese momento supe que nada de lo que me habían enseñado en el cielo era verdad.
Había ángeles en el infierno y ella era uno de ellos.
Y caí una vez más cuando me di cuenta.
…
Después de caer, juré que guardaría mi origen para mí. Incluso si eso significara mentirle. Mi pasado estuvo lleno de derramamiento de sangre y de los pecados que cometí contra su pueblo. Ayudé con el genocidio anual. Ayudé en el llamado ‘control de población’ del cielo. Sabía que no podría confiar en mí si lo supiera, obstaculizaría sus planes.
Le haría daño.
Y me mataría si así fuera.
Pero con cada día que pasaba, me consumía lentamente. Sabía que era lo mejor, además de que ella me contó cada secreto que guardaba dentro de su ser. Conocía sus debilidades y sus fortalezas. Vi el amor que tenía por su gente y, a pesar de las veces que ese amor la quemaba, regresaba con una nueva idea para salvarlos de la purga.
Y con cada intento, yo caía aún más.
Si yo era como el propio Lucifer, caído de los cielos debido a la incapacidad de su propio corazón para seguir los deseos de sus compañeros ángeles, entonces ella era mi Lilith. Si tuviera mis alas, ella sería el viento debajo de ellas.
