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Había pasado una semana desde la batalla con el Cielo. Una semana desde la reconstrucción completa del Hotel Hazbin. Una semana desde la pérdida de Sir Pentious y la muerte de Adam. Una semana desde que Charlie había dormido tranquilamente, sin llorar hasta quedarse dormida.
Vaggie la abrazaba con fuerza cada noche, tratando de consolarla pero sin saber lo que necesitaba. Su padre dejó patitos en lugares donde sabía que ella los encontraría, con la esperanza de que la hicieran sonreír. Alastor pasó más tiempo contando sus chistes, observando cómo ella se obligaba a reírse de ellos de la manera más creíble posible. Angel fue más táctil con ella que nunca, dándole abrazos y revolviendo su cabello, o haciéndola bailar al azar por el vestíbulo del hotel.
Incluso Husk y Niffty hicieron todo lo posible para interactuar con ella más de lo habitual. A menudo se podía ver a Niffty sentada sobre sus hombros y parloteando sobre los insectos que había matado ese día, mientras Husk inventaba nuevos cócteles para que ella los probara.
Aún así, tan pronto como se apagaban las luces y su cabeza golpeaba la almohada, lloraba hasta quedarse dormida. Pensamientos sobre su fracaso y el sacrificio que estaba segura podría haberse evitado danzaban en su mente y no le ofrecían paz propia. Sus sueños estaban plagados del hotel en llamas y Adam riéndose de ella sin piedad. Vio a cada uno de sus amigos morir a manos de él detrás de sus párpados, y eso la empujó a una depresión más profunda como nunca antes había sentido. Se estaba convirtiendo en una cáscara de sí misma.
La séptima noche nada había cambiado. Todavía lloraba hasta quedarse dormida en los brazos de su novia, sintiéndose como un fracaso sin esperanza. Pero esta vez, no fue un hotel en llamas lo que vio al cerrar los ojos;
Todo estaba brillante por la luna llena en el cielo. Había un hermoso lago, perfectamente tranquilo y claro, a sólo unos metros de ella. La hierba verde se mecía con una brisa pacífica que olía como una especie de flor que nunca había visto antes. Los árboles al otro lado del lago estaban vivos y llenos de hojas relucientes. Mirándose a sí misma, se dio cuenta de que no llevaba su vestido de batalla. En cambio, llevaba un vestido blanco, uno que definitivamente no le pertenecía. Las cosas blancas no tendían a permanecer blancas en el infierno.
ーEs hermoso aquí, ¿no?
Los ojos de Charlie se abrieron en estado de shock, al ver a Emily flotando a unos metros de ella. El serafín estaba sonriendo suavemente, con lágrimas brillando en sus ojos. Ella no parecía triste; ¿podría ser esto real?
ーLo esー, asintió Charlie vacilante. ー¿Dónde estamos?
ーEs mi pedacito personal de cieloー, respondió Emily. Ella pareció alegrarse mientras hablaba de ello. ーLo creé cuando me convertí en Serafín. Cada uno de nosotros tiene su propio lugar perfecto, solo para nosotros.
